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La economía obligó al Ringling Bros. and Barnum and Bailey Circus a bajar el telón para siempre después de 146 años, desde su creación en Estados Unidos en 1871. Pero su espectáculo quedará vivo con sus tigres en uno de los cuadros del pintor español Salvador Dalí.

El circo explicó que el aumento de los costos y las bajas ventas de las entradas fueron la causa del cierre. A lo que se le suma la presión de los defensores de los animales, por quienes tuvieron que sacar a los elefantes del show desde el 2015.

Pero los famosos tigres del espectáculo pasarán a la historia no solo como íconos publicitarios sino como ‘musos’ de una de las obras más oníricas de Dalí: Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes del despertar.

De hecho, este casi impronunciable título suele abreviarse centrándose en uno de los aspectos más poderosos del popular lienzo y que, sin embargo, el excéntrico pintor obvió en el nombre: Los tigres.

Una obra inspirada, como reconocen expertos en el artista ampurdanés, en los felinos del cartel del circo que estaba en su pleno apogeo en la década de los cuarenta cuando Dalí, que ya era un artista de prestigio mundial y uno de los máximos representantes del surrealismo, decidió instalarse en Estados Unidos, donde se metió de lleno en las bambalinas de Hollywood.

En aquella época, en la que apenas pintó cuadros, se entregó de manera más absoluta a ese otro 'yo' de su personalidad, a su parte más comercial, esa que André Breton bautizaría como Avida dollars, anagrama de Dalí.

De entre las pocas obras que realiza en aquellos años destaca este, un óleo pintado en 1944 a partir de varias inspiraciones, como el Pulcino della Minerva, de Gian Lorenzo Bernini, un elefante con obelisco en el lomo que Dalí retrata con sus inconfundibles patas largas.

Pero sin duda la más destacada de esas influencias, por cuanto los tigres ocupan el centro del cuadro, es la del cartel del emblemático circo Ringling.

Pero sin duda la más destacada de esas influencias, por cuanto los tigres ocupan el centro del cuadro, es la del cartel del emblemático circo Ringling. En la obra de Dalí, hoy perteneciente a la colección permanente del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, se ve a unos feroces tigres que emanan de la boca de un pez, que a su vez sale de una inmensa granada, y que protagonizan el sueño de Gala, al tiempo que centran la mirada del espectador.

Ella, la compañera y eterna musa de Dalí, levita desnuda sobre una roca, dormitando con el zumbido de una abeja que revolotea sobre una pequeña granada en el marco de un paisaje que, como en él es habitual, rememora la cala de Port Lligat, en la que jugaba de crío y en la que instaló, ya como artista consagrado, su residencia.