El premio nobel de Literatura, Kazuo Ishiguro, afirmó hoy que al echar la vista atrás, tras la caída del muro de Berlín en 1989, llegó la época 'marcada por la autocomplacencia y las oportunidades perdidas'.
En el discurso de aceptación del nobel, Ishiguro se definió como 'un sesentón que se frota los ojos e intenta discernir los contornos entre la bruma de este mundo que hasta ayer ni siquiera sospechaba que existiese'.
En su lectura en la Academia Sueca, en el casco histórico de Estocolmo, el autor de 'Los restos del día' hizo un recorrido por los momentos que han significado un momento de inflexión en su vida literaria y se refirió con pesimismo al momento actual.
No fue hasta hace poco que se dio cuenta de que llevaba 'unos cuantos años viviendo en una burbuja' sin percatarse de 'la frustración y las preocupaciones' de mucha gente a su alrededor.
Después de la caída del muro se ha permitido, según Ishiguro, 'que crecieran enormes desigualdades -de riqueza y oportunidades- entre países y dentro de los mismos'.
El nobel se refirió en particular a 'la desastrosa invasión de Irak en 2003' y a 'los largos años de políticas de austeridad impuestos a la gente corriente después de la escandalosa crisis financiera de 2008'.
Esas circunstancias han derivado en un presente en el que 'proliferan ideologías de ultraderecha y nacionalismos tribales' y en la que vuelve el racismo 'en sus formas tradicionales y en sus versiones modernizadas y maquilladas', un fenómeno que se revuelve 'bajo nuestras civilizadas calles como un monstruo que despierta'.
En especial, el autor de 'Nunca me abandones' se refirió a 2016, un año marcado por sorprendentes acontecimientos políticos en Europea y en Estados Unidos que calificó como 'deprimentes' y 'de nauseabundos actos de terrorismo por todo el planeta'.
Todo lo sucedido el año pasado le obligó a admitir que 'el imparable avance de los valores liberales que había dado por garantizado' desde su infancia, 'podría haber sido una mera ilusión'.
Para Ishiguro, por el momento parece faltarnos 'una causa progresista que nos una'. 'En lugar de eso -agregó-, incluso en las ricas democracias occidentales, nos estamos fracturando en facciones rivales desde las que competir a cara de perro por los recursos y el poder'.