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Rusia cruza los dedos para que los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi sean exclusivamente una gran fiesta del deporte y ahuyentar así los fantasmas del boicot político y las críticas de homofobia enarboladas por Occidente.

'Rusia está preparada para los Juegos. El principal objetivo es convertir los Olímpicos de Sochi en una fiesta para todos los amantes del deporte en el mundo', afirmó Vladímir Putin, presidente ruso.

Putin ha dedicado grandes esfuerzos durante las últimas semanas a garantizar al COI y a la comunidad internacional que en Sochi está todo bajo control y que no hay nada que temer, ni desde el punto de vista de la seguridad ni desde el de la discriminación.

Este país ha hecho durante los últimos siete años un esfuerzo titánico, no en vano se trata de los Juegos más caros de la historia, para demostrar al mundo que es capaz de organizar una olimpiada, como hiciera la Unión Soviética en Moscú 1980.

El camino no ha sido fácil, ya que la organización de Sochi 2014 se ha visto salpicada por no pocos escándalos y, finalmente, el coste se ha disparado desde los 12.000 millones de dólares iniciales a los actuales USD50.000 millones.

La escasez de nieve ya no es un problema –hay 16 millones de metros cúbicos de nieve almacenada–, las instalaciones deportivas están a punto y las comunicaciones entre las montañas y la villa olímpica son del más alto nivel.

Casi 6.000 deportistas de 88 países competirán durante las próximas dos semanas por las 98 medallas en juego en modalidades como esquí alpino, hockey sobre hielo, bobsleigh, biatlón o snowboard.

En cuanto a la seguridad de los Juegos, amenazados por la guerrilla islamista del Cáucaso, el Kremlin asegura que está garantizada con decenas de miles de policías, buques de guerra, drones y baterías antiaéreas.