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Simone Biles, nueva campeona olímpica de gimnasia con cinco medallas (4 de oro y una de bronce), representa la quintaesencia de este deporte: cuando entra en la sala, lo hace para ser la número uno. Entre ella y la perfección no hay ningún filtro.

Los títulos que logró en Río (el individual absoluto y el de equipos, otros dos en sendos aparatos, suelo y salto, y una medalla de bronce en barra), la convierten en una de las figuras de las justas y completan una gloriosa etapa, que comenzó en 2013. En ese año, a los 16, debutó como internacional y ganó en Amberes su primer título mundial. Siguieron luego dos más, en 2014 y 2015, una racha nunca lograda por nadie. Tres veces consecutivas campeona del mundo, el título olímpico era cuestión de tiempo.

Estados Unidos es una fuente inagotable de producción de gimnastas. Las últimas cuatro campeonas olímpicas han salido de esa fábrica: Carly Patterson en 2004, Nastia Liukin en 2008, Gabrielle Douglas en 2012 y Simone Biles en 2016.

La competencia es tanta que es muy extraño que alguna pueda repetir. Douglas está con la selección estadounidense en Río, pero ni siquiera pudo disputar la final individual. Acabó la ronda de clasificación tercera, pero tenía por delante a Biles y a Alexandra Raisman y solo se admite a dos gimnastas de un mismo país por final.

Biles ya tiene reto: aguantar un nuevo ciclo y convertirse en la tercera mujer en la historia que revalida el oro olímpico, algo que no consiguió ni siquiera Nadia Comaneci, campeona en 1976 pero subcampeona en 1980. Sí lo habían hecho la soviética Larisa Latynina (1956 y 1960) y la checa Vera Caslavska (1964 y 1968).

Era Caslavska la que tenía hasta ahora el mayor margen de puntuación entre el oro y la plata, con sus 1,40 de diferencia sobre la soviética Zinaida Voronina en 1968. Biles deja ese registro en nada con sus 2,10 de hueco sobre Raisman.

La biografía de Biles se acopla perfectamente al modelo del sueño americano: miembro de una familia desestructurada, adoptada por su abuelo y la mujer de este debido a la desatención de su madre, comenzó a practicar la gimnasia en Texas a los 6 años. Alguien adivinó su talento y la encaminó hacia un entrenamiento serio. El último capítulo de esta historia se escribe en Río.