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Un brillante sacrificio de dama ante un desesperado Sergey Karjakin en la cuarta y última partida del primer desempate del encuentro por la corona mundial de ajedrez devolvió a Magnus Carlsen la etiqueta de ‘Grande’ que lleva grabada en su nombre.

El campeón noruego, gran aficionado al fútbol y seguidor confeso del Real Madrid, cerró la contienda anoche en Nueva York con un remate espectacular, de los que hubieran firmado Leo Messi o Cristiano Ronaldo.

El encuentro por el título, seguido por 10 millones de usuarios por internet, según la FIDE, y disputado en el Fulton Market de South Street Seaport, repartió un millón de euros entre los contendientes: el aspirante derrotado se llevó 450.000 y al campeón le correspondían 550.000, pero tendrá que dejarse el 10 por ciento por negarse a comparecer en la rueda de prensa tras su derrota en la octava partida.

Dos victorias en las dos últimos juegos del desempate (a 25 minutos por bando) reconciliaron a Carlsen con sus partidarios, que se habían sentido un tanto decepcionados en las doce partidas de ritmo clásico (2 horas para los primeros 40 movimientos por jugador), que concluyeron con empate a 6 puntos.

El ‘Mozart del ajedrez’ parecía haber perdido su profundidad de análisis y parte de sus dotes combinativas en la primera fase, en la que estuvo al borde del precipicio. Perdió la octava y se vio abajo en el marcador (4,5 a 3,5), aunque le asistió la suerte del campeón cuando Karjakin omitió por dos veces una combinación de tablas forzadas que le habría dejado un punto arriba a falta de sólo dos juegos y terminó perdiendo la partida.

Después de dos tablas sin emoción y en la duodécima sin lucha, Carlsen pidió disculpas a sus seguidores y les emplazó para este miércoles,en que cumplía 26 años -los mismos del aspirante-, prometiendo emociones.

Y cumplió. Los aficionados pudieron ver al Carlsen brillante y arrollador de siempre. No dejó la menor opción a su adversario. Desde el primer juego de desempate le sometió a una presión constante. Karjakin sobrevivió angustiosamente en las dos primeras partidas, pero sucumbió en las dos siguientes.

'Golpearé el muro hasta derribarlo', prometió Carlsen al principio del ‘match’, cuando el ruso puso de manifiesto su maestría defensiva.

Carlsen le hace un favor al ajedrez con su espectacular remate a un encuentro que pasó por muchas fases anodinas y registró errores de bulto impropios de los números 1 y 6 del mundo.

El noruego, un verdadero ídolo en su país, ha traído al ajedrez el carisma de una estrella del pop, participando en campañas publicitarias y prestando su imagen desenfadada y juvenil a marcas de ropa junto a la actriz Liv Tyler. Sus ingresos publicitarios se calculan en millón y medio de euros anuales.

La revista Cosmopolitan le incluye en la lista de hombres más sexys y entre las cien personas más influyentes del mundo.

Nacido en Tønsberg, a las afueras de Oslo, a Sven Magnus Øen Carlsen fue su padre Henrik, un ingeniero apasionado del ajedrez, quien le enseñó a jugar a los cinco años, cuando ya había dado muestras de su capacidad nemotécnica memorizando por ejemplo los nombres y la población de los 430 ayuntamientos de Noruega.

Su trayectoria ha estado marcada por la excelencia: con 15 años era uno de los cien mejores del mundo; con 17 entraba en el 'top 10' y desde enero de 2010 ha sido el número uno salvo en un par de cortos intervalos.

Cuando no está jugando o entrenando frente al tablero, le gusta disfrutar de su familia y de sus amigos o practicar una de sus pasiones favoritas, el fútbol, jugando de lateral izquierdo en el Fremad Famagusta, un equipo de la Sexta División noruega.