La vida del ex piloto alemán Michael Schumacher quedó envuelta en la más férrea discreción tras el grave accidente de esquí que sufrió hace tres años en los Alpes, en medio de conjeturas sobre el estado de salud del heptacampeón de Fórmula Uno.
El ídolo, que el próximo 3 de enero cumplirá 48 años, sigue muy presente en la vida pública alemana, sea a través de su cuenta en Twitter o como referencia inevitable cuando un 'sucesor natural' –Sebastian Vettel, primero, o Nico Rosberg, ahora– logra un título mundial.
La cuenta en esa red social, como su equivalente en Facebook o Instagram, las administra su mánager, Sabine Kehm, quien tras el accidente de los Alpes franceses, el 29 de diciembre de 2013, fue el hilo transmisor de las informaciones autorizadas sobre su estado.
Tres años después, Kehm sigue siendo el filtro que preserva a la familia del acoso mediático, que, pese a haber cedido con el paso del tiempo, reaparece cuando en alguna parte del mundo surge una noticia sobre la supuesta mejoría o deterioro en el estado de Schumacher.
El pasado 17 de diciembre Kehm tuvo que insistir en que el estado de salud del expiloto fue y seguirá siendo un asunto estrictamente familiar y en que no habrá en el futuro ningún tipo de información sobre esa 'situación privada'.
'Somos conscientes de que, para algunos, es difícil de entender, pero actuamos así de completo acuerdo con la opinión al respecto de Michael y agradecemos su comprensión', dijo la mánager en un comunicado.
Corinna Schumacher, la esposa del expiloto desde 1995 y madre de sus dos hijos, Mick y Gina Maria, sigue asumiendo, por su parte, el papel de representar a su marido en los homenajes que se le siguen rindiendo en su país.
Ambas mujeres pueden aparecer juntas y sonrientes, asistiendo en algún circuito a los progresos de Mick, de 17 años, que el año pasado debutó en Fórmula Cuatro, decidido a seguir la senda paterna.
Pero ambas compartieron también los momentos más duros de la tragedia que supuso el accidente sufrido por Schumacher cuando esquiaba en la estación francesa de Méribel y que le provocó graves lesiones craneales.
Se han comportado como un equipo compenetrado en la tarea de preservar al entorno del expiloto y han recurrido a los tribunales para impedir la difusión de fotografías consideradas privadas.
Entre esas fotografías quedaron unas de Corinna, publicadas por la prensa del corazón, dirigiéndose al hospital de Grenoble donde el expiloto fue trasladado en helicóptero tras el accidente y donde pasó meses en coma inducido.
Las inmediaciones del centro se vieron literalmente invadidas por equipos de televisión de todo el mundo en busca de imágenes del accidentado o sus familiares, entre episodios hasta grotescos.
Exponente de esa codicia informativa fue el caso de un fotógrafo que se disfrazó de cura para tratar de infiltrarse en las dependencias del hospital reservadas a familiares y allegados.
Unos meses después, fue detenido en Zúrich un hombre sospechoso de haber robado un informe médico del hospital de Grenoble, que ofreció a varios medios de comunicación alemanes, franceses y suizos y que acabó suicidándose en su celda mientras era investigado.
Schumacher despertó del coma en junio de 2014 y fue trasladado a una clínica de rehabilitación en Lausana (Suiza) y de ahí al chalet familiar de Gland, en el cantón de Vauz, acondicionado por Corina Schumacher para brindarle la atención que precisa.