Serena Williams se impuso a su hermana Venus, en el duelo estadounidense por el título en el Abierto de Australia, por 6-4 y 6-4, para recuperar así el puesto de número uno del mundo, y conquistar este título por séptima vez, y sin ceder un set.
Serena, además rompió la igualdad que mantenía con la alemana Steffi Graf y figura ahora con 23 Grand Slams, a un solo título de Margaret Court. Todo ello, en 88 minutos de en una final pobre en cuanto a juego, y que acabó con 46 errores no forzados, 25 de ellos para Venus.
Después de las emociones y los saltos de alegría de las dos hermanas al salir airosas de las semifinales, se pasó a la emoción contenida durante el encuentro y a un gran abrazo entre las dos rivales al acabarlo, pasando Venus al campo de su hermana para felicitarla de esta forma y acabar así la final de mayor edad en la historia del tenis en la que entre las dos sumaban 71 años y 11 meses.
Serena Williams, de 35 años y cuatro meses, acabó sentada en la pista central tras ganar el último punto y convertirse en la más veterana de la Era Open en levantar un Grand Slam y en asaltar de nuevo el número uno del ránking.
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Este lunes aparecerá de nuevo en esta posición, que le arrebató la alemana Angelique Kerber en el pasado US Open, tras 186 semanas de dominio, con 700 puntos de ventaja sobre la germana, seguidas las dos por la checa Karolina Pliskova, más atrás con 5.270 puntos.
'No lo hubiera ganado (el 23 grande) sin ella. Ni uno de ello. Sin ella las hermanas Williams no hubieran existido', dijo una emocionada Serena en la entrega de premios, sosteniendo en sus manos ya la copa de ganadora, convertida en la jugadora que más títulos del Abierto de Australia ha logrado desde la Era Open.
'Tú me has inspirado, y se merece un aplauso por su impresionante regreso', dijo Serena sobre su hermana, tras recibir el trofeo de manos de la excampeona checa Hana Mandlikova, aunque luego rectificó. 'No me gusta la palabra regreso. Ella nunca se fue'
Alexis Ohanian, prometido de Serena, coofundador de la red social Reddit, fue testigo del triunfo de la menor de las Williams, que sigue mandando en el circuito a pesar de su edad.
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La tercera final del Grand Slam en la que las dos jugadoras habían superado los 30 años, acabó con un error de Venus, en pleno ataque de Serena poco después del mejor punto del partido, un largo intercambio de 24 golpes, que fue lo mejor del duelo.
El encuentro comenzó muy frío para ambas, con cuatro roturas consecutivas (seis en todo el partido), y con Serena destrozando su raqueta en el tercero contra el suelo tras verse superada en uno de los puntos.
No había apenas peloteo, solo disparos a los ángulos, lucha por dominar el punto desde el primer instante del juego, pero los errores se sumaban y los aciertos no hacían del partido un duelo brillante.
Pese a todo prevalecieron los 27 golpes ganadores de Serena, más contundente y rápida que su hermana, que apenas hizo daño con su servicio, con un pobre 29 por ciento de puntos ganados, y que quizás desperdició una de sus últimas oportunidades para sumar su octavo título del Grand Slam.
Fue la séptima victoria de Serena en nueve finales de Grand Slams de las Williams, y la primera desde Wimbledon en 2009.