Con la mascarilla puesta, tomas de temperatura, aplicación de la distancia social y en medio de burbujas de seguridad, el pelotón mundial se encuentra a un mes de la salida del Tour de Francia en Niza. Las cifras de nuevos brotes de la pandemia del coronavirus son preocupantes y se siguen suspendiendo carreras. El ciclismo contiene la respiración con interrogantes.
La disputa del Tour se convirtió desde el principio de la pandemia como un reto para salvar la temporada y al ciclismo de una debacle total. Resta un mes exacto para la salida del 29 de agosto en Niza y se siguen suspendiendo carreras en catarata a la vez que el pelotón rueda por la provincia de Burgos envuelto en estrictas medidas de seguridad sanitaria.
Seguridad no exenta de sustos y de noticias que inquietan por la doble vertiente de la realidad. En Burgos el Israel salió con dos corredores menos por la relación de ambos con un compañero que sin estar en carrera dio positivo por Covid-19.
No para la sangría de suspensiones
La propia UCI ve el peligro de cerca y ha decidido cancelar nada menos que tres pruebas del World Tour 'debido a la pandemia del coronavirus': El Gran Premio de Québec y Montréal en Canadá y la Cyclassics de Hamburgo en Alemania.
Pocas horas antes se había apuntado a la suspensión la clásica belga de la Flecha de Heist, y la corriente también afectó a las pruebas cicloturistas como 'L’Étape du Tour de France', que ya había sido reprogramada al 6 de septiembre.
Mientras unos ruedan y otros suspenden carreras, la ‘Classicissima’ Milán San Remo, primer monumento de la temporada previsto para el 8 de agosto, también se ha visto alterada por el virus y tendrá que modificar el recorrido de su 111 edición.
Varios alcaldes de la zona de Savona se han negado a que la legendaria prueba pase por sus carreteras, de manera que el pelotón deberá circular por Piamonte antes de poder bajar a Liguria para los últimos cuarenta kilómetros.
La Milán-San Remo de este año pierde 127 kilómetros de su recorrido habitual, lo que, unido a otros cambios aportados en la fase inicial de la carrera, en la región de Lombardía, el nuevo recorrido es de 299 kilómetros en vez de los habituales 291.
Un mes decisivo, pendiente de los datos diarios
Mientras los brotes se multiplican y las autoridades sanitarias luchan por encontrar soluciones para detener la pandemia, el ciclismo mira al día y con preocupación su futuro inmediato.
Las sensaciones son más optimistas y el calendario de momento se lleva a cabo después de su reestructuración y cancelaciones iniciales en los meses de marzo y abril. Este fin de semana será clave con las conclusiones que se puedan sacar en la Vuelta a Burgos.
En Francia llegará el primer examen serio con la Ruta de Occitania del 1 a 4 de agosto, donde ya se ponen en escena las grandes figuras como el colombiano Egan Bernal y el británico Chris Froome. En Italia la Strade Bianche dará el pistoletazo de salida el sábado con la clásica del ‘sterrato’ en versión masculina y femenina.
Serán pruebas claves para determinar por dónde va a caminar el ciclismo esta temporada tan atípica. Un curso que hace unos meses era impensable para algunos expertos en epidemiología.
Devi Sridhar, profesora y presidenta de Salud Pública Global en la Universidad de Edimburgo, fue entonces categórica al afirmar que celebrar el Tour 'podría ser un desastre y lo más inteligente sería cancelarlo'.
Esta opinión estuvo avalada por otra serie de expertos que se pronunciaron sobre el asunto, como Benjamin Cowie, profesor de epidemiología de la Universidad de Melbourne, quien aseguró que 'si el Tour se celebra como habitualmente habrá serios problemas de salud al comienzo de la carrera en agosto'.
La situación ha variado, pero las cifras diarias indican que el virus sigue dando guerra. La ilusión por el Tour de Francia permanece, pero el ciclismo sabe que su futuro depende de la situación sanitaria y del riesgo que se quiera asumir. De momento, el 29 de agosto, cita en Niza.