Compartir:

El Granada apeló al espíritu de lucha y a su constancia para dar la vuelta al marcador y superar el 1-0 con el que se llegó al descanso, gracias al penalti marcado por Orellana, ante un Real Valladolid al que volvió a aparecérsele el mismo fantasma del miedo y la presión.

El cuadro andaluz, a pesar de llegar al José Zorrilla siendo el equipo español que más partidos ha jugado esta temporada -50- y de su participación en Europa el jueves, no evidenció cansancio alguno y se hizo con la iniciativa del juego. De hecho, en nueve minutos, ya había efectuado tres disparos a la portería defendida por Masip.

Eteki, Machís y Quini pusieron a prueba al meta blanquivioleta. El Granada dejaba clara su intención de seguir progresando en liga, con un juego presionante, para aprovechar su velocidad tras robo. Mientras, el Real Valladolid conseguía llegar con cierto peligro al área rival con un remate de cabeza de Kodro que salió desviado.

El partido estaba equilibrado, puesto que la posesión del balón se repartía en un porcentaje similar, pero lo cierto es que a los locales les costaba hilar jugadas ante la seria defensa de los granadinos, y estos, en cambio, se mostraban más cómodos y organizados en el plano ofensivo, ante un Valladolid más dubitativo en su área.

Pero esa igualdad fue rota por un penalti de Vallejo sobre Kodro que el colegiado no dudó en señalar, puesto que existió contacto dentro del área sobre el delantero blanquivioleta. Orellana, como hizo ante el Sevilla, se encargó de transformar el penalti para dar ventaja a su equipo antes del descanso.

Se inició la segunda parte con el cambio obligado, en el cuadro local, de Miguel Rubio por el lesionado Javi Sánchez, mientras que en el equipo nazarí entró Herrera para sustituir a Yan Eteki. Diego Martínez añadió una nueva variación con Montoro, al que dio entrada por Vico, adelantando así sus líneas.

El Real Valladolid se mostró más intenso y mantuvo una gran presión sobre los jugadores contrarios. Quería más goles. Quería asegurarse la victoria, para evitar que se repitiera lo sucedido en el anterior encuentro en feudo blanquivioleta ante el Sevilla. Pero los nervios afloraron, traduciéndose en varias tarjetas amarillas.

Sergio González buscó paliarlos añadiendo al terreno de juego a Marcos André, pero en este caso fue su compañero en punta de ataque, Kodro, quien tuvo la oportunidad de sumar un nuevo tanto, aunque su disparo fue repelido por el travesaño. Ello, sin embargo, espoleó al Granada, que mostraba las uñas en cada llegada al área local.

Y esa lucha derivó en el empate de los andaluces, gracias a una gran definición de Jorge Molina, que remató a placer tras el centro de Foulquier. El gol noqueó al Real Valladolid y dio alas a un Granada que lograba dar la vuelta al marcador con un latigazo de Quini, al que no pudo llegar Masip. 1-2 y el equipo blanquivioleta, hundido, y sin margen para reaccionar.