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Con sólo cuatro toques, en el minuto 39, Ángel Correa se giró, desbordó a dos defensores, marcó él 1-0, derrotó al Huesca y construyó otro triunfo crucial del Atlético de Madrid, sentenciado por Yannick Carrasco en el tramo final, para responder a la presión del Real Madrid y del Sevilla y sostener su ventaja de tres puntos al frente del esprint por la Liga (2-0).

Futbolista imprevisible, criticado tantas veces como definitivo otras, señalado hace dos jornadas por los dos goles que falló contra el Betis, cuando su técnico, Diego Simeone, hablaba de la 'bronca' que le producía que tanto trabajo no tuviera la recompensa de los goles, Correa tiene una determinación y un atrevimiento que lo hacen especial, capaz de surgir y marcar la diferencia en un instante. Lo hizo el pasado domingo y repitió este jueves, igualmente decisivo.

Su maniobra al borde del área con la derecha, cuando Llorente lo halló de espaldas a la portería, desprendió clase y valentía; su quiebro en dos toques, uno con cada pie, a la entrada por el suelo de Insua, demostró confianza, templanza y calidad; su remate fue más trompicado, entre el rebote en Pulido y el gol del triunfo.

Porque, como también ocurrió contra el Eibar, al que luego ganó 5-0, el partido se definió con el 1-0; aligeró al Atlético y pesó ya demasiado sobre el Huesca, que empezó bien y compitió hasta el final, con un once agitado con siete cambios respecto a la derrota con el Alavés, estructurado en los cinco defensas, armado por las bandas, compacto e intenso en la recuperación y en el repliegue. Nunca bajó los brazos, casi siempre dentro del partido.

Tuvo su ocasión. Con 0-0. En el minuto 2 y 53 segundos. Sin la intervención entonces de Oblak, nada de lo que ocurrió después sobre el terreno de juego habría sido lo mismo. Su parada inicial fue más demérito del rematador, Siovas, a un metro de él, que mérito suyo, pero también lo tuvo cuando elevó sus manos para impedir el 0-1, por los reflejos que demostró y por la firmeza con lo que respondió.

No se había cumplido ni el minuto 3 en el Wanda Metropolitano, cuando ocurrió la primera advertencia -casi la única también, más allá de un lanzamiento de falta fuera de Sergio Gómez- del Huesca. Pero, en cuanto sintió la amenaza, el Atlético espabiló, más dominador que incisivo, más controlador que contundente, más aparente que efectivo y más prometedor que otra cosa hasta el 1-0.

Hasta la jugada que comenzó en el pase largo de Héctor Herrera, continuó en la internada de Trippier, siguió con el pase atrás a Llorente y creció en la conexión con Correa, que le dio toda la transcendencia con su desbordante acción, con el 1-0, su tercer tanto en dos duelos y el golazo con el que ya sí apuntó a ganador.

Lo fue el Atlético, que completó un buen primer tiempo, pero bajó en el segundo acto, incluso hasta tembló un momento, cuando Lodi -hizo un notable partido- se cruzó providencial para salvar el 1-1 ante Sandro, hasta que Carrasco sentenció con el 2-0 a regalo de Marcos Llorente para descontar otra 'final' hacia el título.

En ello está. Desde hace trece jornadas -en tiempo dos meses y medio-, había sido incapaz de volver a ganar dos partidos seguidos en el campeonato -hasta este jueves- y ha esquivado, por el momento, el tropezón que lo haría caer de la cima. No es el Atlético incontestable de hace meses, pero sigue siendo el primero de todos en esta Liga. Aún le quedan seis jornadas más de resistencia, las tres siguientes fuera, contra Athletic Club, Elche y Barcelona.