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La cuenta pendiente saldada de un portero que gana finales como Thibaut Courtois, protagonista de una exhibición en el Stade de France con nueve paradas que frenaron a un Liverpool poderoso y fue castigado en el único disparo a puerta del Real Madrid, en la coronación de Vinícius, que dio la decimocuarta al rey de Europa tras un nuevo ejercicio de supervivencia.

La 'Champions' de las remontadas imposibles, la magnitud de un equipo que no juega finales, las gana, la desafió un Liverpool que abrumó con su dominio y llevó al Real Madrid al límite para firmar una nueva gesta. El regreso al trono cuatro años después con Carlo Ancelotti firmando un regreso inolvidable. El técnico más laureado con su cuarta conquista, la quinta de una generación que ya es leyenda.

No hay milagros en el fútbol aunque en ocasiones sea imposible explicar ciertos acontecimientos, normalmente teñidos de blanco. Agotó el Real Madrid el cupo hasta la final. El factor fortuna, sumado a una casta y adn único, que tuvo de cara en las tres remontadas para la historia, parecía ponerse en su contra en una acción que marcó el duelo. El gol de Benzema tras el asedio. El momento en el que el jugador de la 'Champions' exhibía el acierto rematador que le faltó al Liverpool en el primer acto para asestar un directo a la autoestima del rival.

El VAR salvó al Liverpool. Con cuatro minutos para decidir si la posición era legal o no. Una acción de interpretación que decidieron desde una sala y no el colegiado a centímetros en el momento en el que, tras el recorte de Benzema en la primera llegada de peligro madridista, la lucha de Valverde provocó que tocase el balón, la jugada se trabase y fuese Fabinho el que acababa dando un pase de gol a Karim. Un balón rebotado. Una decisión que condiciona una final. Salvo cuando la juega el Real Madrid.

Hasta esa acción, los de Ancelotti habían sido atropellados. Nadie habría creído que el equipo descansado vestía de blanco. El Liverpool anuló sus virtudes con presión alta. Le encerró en su terreno, le obligó a jugar en largo por pura impotencia. Sin encontrar referentes en salida de balón, asfixiado ante las continuas pérdidas. Tan superado como en París ante el PSG, frente al Chelsea en el Bernabéu o en el Etihad. Con Fede Valverde sufriendo pegado al costado derecho y Vinícius en inferioridad física ante Konaté en cada balón que le buscó.

Cuatro años después había muchas deudas por saldar de Kiev. La revancha de Salah le hizo salir con sangre en los ojos. Con el dominio de Thiago del partido, la posesión abrumadora del Liverpool, apareció el egipcio buscando saldar su deuda pendiente con la gloria. No contaba con Courtois de invitado inesperado. La mano abajo a los 16 minutos del belga salvó la primera. El inicio de una final inconmensurable.