Eterna subcampeona, sin gloria desde 1966 y sin besar nunca un título femenino. Inglaterra, la selección ‘maldita, emergió en la prórroga, derribó a Alemania, su némesis, y conquistó el primer gran trofeo de su historia en Wembley (2-1).
Las inglesas, que acariciaron el título durante los 90 minutos, cuando llegaron a los últimos diez con ventaja gracias a una vaselina de Ella Toone, se toparon con el mazazo del empate de Lina Magull y tuvieron que escavar en una prórroga machacona para certificar el título. Una aparición estrella de Chloe Kelly dejó el título en Wembley y proclama por fin campeonas a las inglesas, que se quitaron además la espina de Alemania.
Una final entre Alemania e Inglaterra nunca puede ser tranquila. Por mucho que el marcador no se mueva, estos dos países tienen muchas cuentas pendientes entre sí y sus duelo están empapados de un carácter histórico que se traslada a cualquier tipo de escenario. Con un título en juego, esto no podía cambiar.
La agresividad, la brusquedad, el público ferviente y la presión sobre la colegiada eran constantes en el devenir de un encuentro que se torció para Alemania antes de empezar. En el calentamiento cayó su mejor jugadora, una Alexandra Popp que aparecía en Wembley con un currículum de cinco partidos y cinco goles y que no pudo luchar ni la final ni la Bota de Oro por una lesión muscular. Lo pagó Alemania con falta de carácter arriba.
Las inglesas tenían la pelota y el control, pero las germanas llegaban con más peligro. Tras una par de buenas paradas de Frohms, Bronze sacó un disparo de Dabritz y Hegering, en un córner cerrado, rozó el gol. Remató casi en la línea de gol y sobre la cal lo despejó Williamson, con tan buena suerte para Inglaterra que el rechace, también en boca de gol, cayó en manos de Earps.
Alemania, acostumbrada a vapulear a Inglaterra en sus enfrentamientos directos y con el precedente del 6-2 que le endosó en la última final continental en 2009, recuperó el timón en el comienzo de la segunda parte, pero volvió a echar de menos a Popp. Perdonó y perdonó e Inglaterra encontró el antídoto a la carrera.
Balón en largo a la espalda de la defensa para una Toone fresca y que acababa de entrar. La atacante del Manchester United llegó hasta el área y ante la salida de Frohms, que solo había encajado un gol en todo el campeonato, colocó la pelota por encima de la portera e hizo el 1-0.
Delirio general en Wembley, que ya saboreaba los acordes del 'Sweet Caroline' y el 'Three Lions', canciones unidas a los éxitos ingleses. De hecho, alguna parte del estadio tarareó la primera.
A Alemania le quedaba una última palabra, la épica. Fiar todo a su legendario estatus de campeonas perennes de un torneo que han ganado en ocho ocasiones de las once que han disputado.
Magull, que minutos antes había estrellado una pelota en el larguero, culminó una combinación de Wassmuth y Lohmann en el primer palo y mandó el encuentro a la prórroga.
Una prórroga insulsa, marcada por los nervios y por lo que había en juego, y que decidió un revuelo en el área. Córner a favor de Inglaterra, minuto 109, rugió Wembley. Bola muerta en el área pequeña, disparo fallido de Kelly, segunda oportunidad, gol.
Ahora sí, sonó el ‘Football is Coming Home’ e Inglaterra no dejó escapar el título. Primera Eurocopa tras las derrotas en la final de 1984 y 2009. Venganza ante unas alemanas a las que solo han ganado en tres ocasiones en su historia y otro hito más para Sarina Wiegman, la arquitecta del éxito. La holandesa convirtió en campeona a Holanda en 2017 y a Inglaterra en 2022.
Alemania, la más laureada, se queda con ocho título en once participaciones.