El talento y el acierto del noruego Erling Haaland y el portugués Bernardo Silva frenaron la euforia del Newcastle en St. James Park y evitaron la primera derrota de la temporada del Manchester City, contra las cuerdas hasta la irrupción definitiva de Kevin De Bruyne.
El Newcastle demostró que va en serio en la presente Premier. Ya dio síntomas el pasado curso, con la llegada de los nuevos propietarios que dieron un volantazo a su crisis y su situación. Puede que no le de para disputar el título pero es evidente que va a ser un gran animador de la competición.
Sostenido por la inspiración de su portero, Nick Pope, imbatido hasta la visita del Manchester City, y por el alto ritmo que impuso en el juego, tuteó al campeón, al que metió el miedo en el cuerpo. A la hora de partido 'las urracas' ganaban por 3-1; hasta que tomó el timón De Bruyne y puso en órbita a su equipo, hasta ese momento inferior. Aún así, se dejó sus primeros puntos en la Premier el Manchester City.
Se sostuvo en pie como pudo el Newcastle ante el buen arranque del City. Es habitual. El equipo de Pep Guardiola somete al rival. Así fue al principio con una avalancha ofensiva visitante que mostró la mejor versión del meta Nick Pope, decisivo para los suyos durante todo el partido.
El carácter de la nueva versión de las 'urracas' salió a relucir en cuanto se vio con el marcador en contra. No tardó en llegar el tanto 'citizen', a los cinco minutos. Con un gran pase de Bernardo Silva al área que recogió Ilkay Gundogan solo ante el meta. El alemán tuvo tiempo para bajar el balón, controlar y disparar para llevar el balón a la red.
Pudo hacer el segundo Kevin De Bruyne pero Pope desvió el disparo con el pie. Para entonces ya había un cambio de talante de los locales que se habían sacudido el dominio del cuadro de Guardiola. Aceptaron el reto e impusieron un alto ritmo e incomodó al campeón.
Allan Saint Maximin pudo empatar en el 24 y después Callum Wilson. El Newcastle había empezado a mirar a la cara al City. Se lo creyó. En pleno alboroto de un juego sin control logró la igualada. Lo marcó el paraguayo Miguel Almirón, con la barriga, en un pase certero de Saint Maximin que creaba un problema tras otro a la defensa visitante.
No es común ver al equipo de Guardiola pasar un mal rato. Pero lo padeció. Estaba en manos de un rival inspirado que se puso por delante en una contra perfecta. Una rápida transición. Saint Maximin encontró el desmarque de Callum Willson que se hizo un espacio y batió a Ederson en medio de un correcalles de juego y un ritmo altísimo.
Lejos de cambiar el panorama tras el intermedio se afeó para el campeón que no veía la manera de hacerse con el control del partido. Erling Haaland, hasta entonces desaparecido, empezó a dejarse ver. Pudo empatar al recibir un buen pase de Rubén Dias pero su tiro propició una de las mejores intervenciones de Pope y el balón dio en el palo.
Sin embargo, una falta de John Stones al borde del área permitió mostrar la habilidad en el golpeo de Kieran Trippier. El exjugador del Atlético Madrid, ejecutó un golpe franco perfecto. Imposible para Ederson. Se situó con 3-1 el Newcastle.
Pero el City no necesita mucho. Rebosa talento. Y en un visto y no visto enmendó la situación. Empató en tres minutos. Acortó la diferencia en el 61, en un balón colgado al área de De Bruyne que tocó Rodri antes de que se marchara por el fondo. Haaland lo recogió y batió a Pope.
El noruego, ya en órbita, pudo empatar en un mano a mano pero el portero del Newcastle volvió a crecer.
Pero De Bruyne había asumido ya la responsabilidad. El partido era para él. Se inventó un pase filtrado, en el 63, que encontró a Bernardo Silva que no falló. Consiguió el empate.
Después todo pudo pasar. El City se volcó sobre el área local ante un adversario al que ya le pesaban las piernas. Eddie Howe refrescó su ataque para recuperar velocidad. Pero el cuadro de Guardiola ya era dueño del partido. Pope creció y frustró cada intento visitante.
El Manchester City fue incapaz de desnivelar el choque. El Newcastle resistió y consiguió su premio.