Túnez, con una intensidad y una hipermotivación dignas de encomio, se coló en la fiesta del regreso a una gran competición de Christian Eriksen y arañó un empate ante Dinamarca que bien pudo ser un triunfo de no haber sido por el meta Kasper Schmeichel, con una magnífica intervención en el primer tiempo.
El equipo de Jael Kadri, arropado por miles de seguidores en el estadio de la Ciudad de la Educación, saltó con una fogosidad absoluta. Desde el minuto uno se jugó cada balón como si fuera el último. Y lo complementó con su habitual orden y un atrevimiento que casi sorprende al cuadro de Kasper Hjulmand.
Lo mejor para la escuadra nórdica fue la presencia de Christian Eriksen. Después de dar el susto en la última Eurocopa en el Parken de Copenhague al desvanecerse por un problema cardíaco, el actual jugador del Manchester United regresó a un gran torneo. Ya cuenta en su historial con tres participaciones mundialistas.
No fue su mejor partido, como tampoco lo fue el de Dinamarca en conjunto, que además sufrió poco antes del descanso la lesión del sevillista Thomas Delaney en la rodilla derecha. Aun así, pudo hasta haber desnivelado el encuentro en el segundo periodo de no haber sido por la mano salvadora del meta Aymen Dahmen.
La salida del campo de Delaney le permitió centrar algo más la posición. Dinamarca, que apenas había podido proyectarse en ataque en algunas intentonas de Andreas Skov Olsen, mejoró en cuanto a posesión e intención ofensiva, pero no le dio ante un rival que tenía la lección muy bien aprendida.
Túnez no es solo pundonor y fogosidad. También sabe manejar el balón con solvencia. Su cóctel estuvo a punto de darle el fruto de la victoria. Firme atrás con tres centrales, dos laterales profundos, un mediocampo que atesoró lucha y control, y un ataque comandado por Issa Jebali, que juega precisamente en Dinamarca (en el Odense), fue un auténtico hueso para los hombres de Hjulmand.
El entrenador nórdico tardó algo más de una hora en mover piezas —al margen del obligado cambio de Delaney—. Dio entrada de una tacada a Jesper Lindstrom, Mathias Jensen y Andreas Cornelius, que reemplazó al delantero del Sevilla, Kasper Dolberg, al que apenas le llegó un balón y no lo pudo rematar bien de cabeza.
Lógicamente el ritmo de presión de Túnez amainó con el paso del tiempo. Su acoso perdió la efectividad de la primera hora y Dinamarca lo aprovechó para pasar a mandar ahora con más posesión y hasta peligro. Rozó el gol en el disparo de Eriksen y en una ocasión clamorosa en la que el barcelonista Andreas Christensen remató de cabeza un saque de esquina y Cornelius, a menos de un metro de portería, envió el esférico al palo.
En esa acción tuvo la victoria Dinamarca como en la primera parte la había tenido Jebali para Túnez, que ofreció una magnífica presentación en Qatar 2022 y dio continuidad a la rebelión de los modestos iniciada por Arabia Saudí ante Argentina horas antes en Lusail.
Dinamarca está obligada a mejorar notablemente si quiere mantener su condición de aspirante a llegar lejos, como hizo en la Eurocopa 2020. En el estadio Ciudad de la Educación distó mucho del cuadro ambicioso y atractivo de los últimos tiempos. Aun así puede aún corroborarlo ante Francia y Australia.
Soñó Dinamarca por unos segundos en la prolongación con tener un penalti a favor, pero el colegiado mexicano acudió al video y consideró que la mano de un zaguero tunecino fue involuntaria y no era merecedora de señalar como pena máxima.