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Un triplete de Karim Benzema en el primer acto, con el que se convirtió en el cuarto máximo artillero de la historia de LaLiga, afinó la puntería de un jugador clave para el Real Madrid en la búsqueda de títulos grandes en las citas inminentes que encara y, sumado a un gran gol de Rodrygo, tumbó a un Almería con la cabeza en otras batallas y que castigó los momentos de desconexión defensivos madridistas.

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Con la obligación de mejorar la mala imagen dejada en Gerona pero la mente en las citas marcadas en rojo en su calendario, la final de la Copa del Rey y la eliminatoria europea ante el Manchester City, el Real Madrid dispuso de un partido plácido para cerrar heridas y coger impulso. El escenario perfecto ante un Almería que entendió que no era un partido para desgastarse, con rotaciones masivas de su técnico, derrotado desde los primeros minutos.

Tenía Benzema ante sí una de esas oportunidades para mejorar sus números, en continua comparación con los del récord del pasado curso, y aumentar su confianza. Meterse de lleno en la pelea con Lewandowski por ser máximo goleador de LaLiga y convertirse en el cuarto artillero en el histórico de la competición. Superó a Hugo Sánchez, con un triplete, el quinto de su carrera en un torneo en el que ya suma 236 goles tras su mutación.

Del perfecto asistente al insaciable Cristiano Ronaldo a ser él quien recibe regalos con sabor brasileño. Vinícius, en un momento de una superioridad pasmosa sobre cualquier rival al que encara, le regaló el primero a los cinco minutos. Rodrygo, con una acción mágica para el recuerdo del Bernabéu, regateando a Samu con un autopase por la espalda con una pisada de balón, le puso el segundo en bandeja de oro a Karim.

Fernando, gran protagonista con hasta trece intervenciones en el duelo de la primera vuelta, el partido que más paradas dejó de un portero en LaLiga, salvó la primera ante Benzema antes de sentir impotencia. El Real Madrid pisó el acelerador y borró del campo a su rival, sin capacidad de respuesta con un planteamiento de Rubi, que pobló el centro del campo para torpedear el juego madridista y se desplomó como un castillo de naipes.

Los de Carlo Ancelotti jugaron a placer, probablemente el partido más plácido del curso. La goleada llegaría hasta donde marcase su hambre. Con ganas de diversión inicial de Vinícius, que de tacón encontró de nuevo a Benzema. Con su once, había dejado claro Rubi que su mirada estaba puesta en el duelo ante el Elche, una final el martes próximo. Sentó a Luis Suárez, que venía de golear al Getafe, en una de las numerosas rotaciones. Ramazani, con un testarazo pegado a un poste, avisó que la relajación madridista recibiría castigo.

Antes, le dio tiempo a Benzema a cerrar su triplete al borde del descanso. Ramazani pecó de juventud ante el recorte de Lucas Vázquez pegado a línea de fondo y cometió penalti. El regalo no lo desaprovechó Karim, que engañó con el cuerpo al portero y colocó el balón en el lado opuesto. El inicio de la goleada provocó el enfado de Ancelotti por ver de nuevo lo caros que le cuestan a su equipo los momentos de desconexión. Lucas y Militao no encimaron, Ramazani puso el balón y Lázaro marcó a placer.

El encuentro será recordado por dos acciones mágicas de Rodrygo. Si asombró con su regate en el segundo gol, nada más iniciarse la segunda mitad lo hizo con un derechazo a una escuadra. Recibió el balón de Ceballos de espalda a la portería, se giró en la frontal del área y colocó su disparo en un lugar inalcanzable para Fernando.

De nuevo, desde la superioridad, llegó un error de concentración del Real Madrid. De esos que cuestan muy caro en duelos de grandeza como los que tiene a la vuelta de la esquina. Fue Kroos el que lo cometió en el inicio de una jugada y el castigo llegó con un centro de Portillo y un testarazo repleto de potencia de Robertone.

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No sintió nunca en peligro el triunfo el Real Madrid, que quiso más goles y quitarse el mal sabor de boca de sus excesos de confianza. Pasó a una fase de dominio sin gol porque Rodrygo perdonó su doblete, solo, tras un pase filtrado de Benzema y su sustituto, Marco Asensio, se topó con un poste primero y con el travesaño después con sus zurdazos habituales.

También la madera impidió el cuarto de Benzema en momentos en los que las luces de alarma se encendieron en el Santiago Bernabéu cuando Vinícius pidió el cambio por un golpe en una rodilla. No es habitual en un futbolista que lo juega todo y nunca se lesiona. Fue producto de un golpe, un encontronazo de frente ante su defensor.

Descansará en San Sebastián tras ver, de nuevo por protestar, una amarilla, la décima, y el madridismo cruza los dedos para que el jugador más desequilibrante esté en la final de Copa y ante el City.