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De más a menos, tras dos sets intachables y un tercero irregular, Carlos Alcaraz retiró al francés Jeremy Chardy y superó con creces y con las credenciales intactas su debut en Wimbledon (6-0, 6-2 y 7-5).

Las dudas e incógnitas respecto a su estado físico, con ese muslo derecho que ha tapado con un vendaje durante los días previos al torneo, no fueron puestas a prueba por un Chardy venido a menos y que utilizó su estatus de ranking protegido para darse un último homenaje.

El galo, residente en Londres, se llevó un bonito cheque de 63.000 euros, el cariño de su familia y una paliza considerable, una de las mayores desde que juega en Grand Slam.

Porque el paseo de Chardy por la pista se podía anticipar por sus antecedentes; tan solo cinco partidos jugados desde octubre de 2021, una operación de rodilla, problemas con la vacuna del covid y un puesto más allá del 500 del mundo.

Era el cóctel perfecto para que Alcaraz pasara el rodillo y aumentara sus niveles de confianza tras una semana de incertidumbre física marcada por el problema en el muslo.

Pero el de El Palmar se encargó de despejarlas de un plumazo, con un manotazo bajo el techo de la pista 1. Mientras los británicos ovacionaban a Roger Federer en la central, Alcaraz mostraba su propio estruendo a unos metros de distancia.

Avasallaba a Chardy con un primer set impoluto, sin perder un solo juego, solo ocho puntos cedidos, aprovechando tres de los cuatro puntos de 'break' y con solo dos errores no forzados. Puso también de su parte el galo, con siete dobles faltas, pero el atropello de Alcaraz fue estratosférico, digno de récord.

Durante muchos minutos, se coqueteó con un triple 6-0, resultado que solo se ha visto en una ocasión en Wimbledon, en 1987, cuando Stefan Edberg venció a Stefan Eriksson, y apenas en otras cuatro ocasiones en el resto de Grand Slams. Pero Chardy lo impidió cuando casi la mitad del trabajo estaba hecho. Con 6-0 y 2-0, el francés ganó su primer juego y la pista 1 estalló en jubilo. Chardy, tras celebrarlo, caminó a su banquillo con una sonrisa picarona, consciente de que acababa de llevarse una de las últimas alegrías de su carrera.

La grada, pese al cariño perenne hacia Alcaraz, celebró con fuerza cada juego de Chardy, porque era casi un milagro que se los llevara y porque sabían que podía ser el último.

El francés aguantó el tute, ya con la paliza asentada, en el tercer parcial, cuando se soltó más, sacó mejor y empezó a subir a la red para rematar los puntos y evitar el carrusel de fondo del español. El ‘momentum’ del partido cambió por completo y Chardy, ante los últimos raquetazos de su carrera, llegó a liderar el tercer set por 2-4.

Un susto que no es ajeno a Alcaraz, que ya vivió desconexiones similares ante Stefanos Tsitsipas en Roland Garros, por ejemplo, y que volvió a arreglar esta vez. Se puso serio, se enfadó consigo mismo y dio la vuelta al set, justo a tiempo para no meterse en un lío mayor.

Con el triunfo, Alcaraz llega a treinta victorias en torneos de Grand Slam, 130 a nivel ATP, iguala los 41 triunfos de Daniil Medvedev esta campaña -el que más del circuito-, y accede a una segunda ronda en la que se medirá al ganador del duelo entre Alexandre Muller y Arthur Rinderknech, que no ha podido empezar en las pistas exteriores por la lluvia.