Sorprendido de repente por dos goles en tres minutos del Newcastle pasada la media hora, surgió Kevin de Bruyne al rescate del Manchester City en los últimos 20 minutos, con el gol del 2-2 y la asistencia del 2-3 para la fantástica definición de Bobb con la que culminó una remontada crucial, en el tiempo de adición, ya en el 91’ (2-3), cuando el tropiezo ya parecía ineludible.
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Al filo del final aprovechó una doble oportunidad. Primero superó al Aston Villa en el segundo puesto. Después, sobre todo, se sostuvo a dos puntos del liderato del Liverpool, tras esquivar el tropiezo en Saint James's Park y consolidar su reacción, con seis triunfos seguidos, tres sucesivos como visitante. El Newcastle lo puso a prueba. Y salió vencedor, sin Erling Haaland y con una ventaja en el marcador en el minuto 25 que no fue suficiente.
Un golazo de Bernardo Silva. La forma con la que remató el centro desde la derecha de Walker, con un taconazo increíble con la oposición de Fabian Schar fue pura magia, como la que después demostró De Bruyne para la remontada o Bobb en la acción del definitivo 2-3.
El City levantó los dos derechazos rotundos y certeros del Newcastle. El primero, en el minuto 34, de Isak. El pase largo de Bruno Guimaraes fue perfecto. El remate del atacante sueco también. El segundo, el 2-1 en el 36’, de Gordon, que hizo lo propio, incluso en una posición más compleja.
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La remontada local. En unos instantes, de una forma abrupta. Hasta entonces, aparte del 0-1 de Bernardo Silva, el City había generado ocasiones para haber sentenciado el choque, con dos acciones de Foden y sobre todo una volea preciosa del centrocampista portugués que Dubravka pudo despejar contra el poste, cuando el partido apuntaba a goleada visitante más que a otro resultado.
Entre el último tiro de Foden y el 1-1 de Isak apenas medio un minuto. Ahí cambió el partido radicalmente. Hasta el descanso. Las ocasiones fueron del Newcastle, recargado de convicción. Apareció Ortega para evitar el 3-1. Era el momento de los locales en el tramo final del primer acto. Se habían visto derrotados y eran ganadores al intermedio. Mucho mérito frente al City.
Nervioso, entre las insistentes protestas de Rodri, que reclamó la segunda amarilla a Bruno Guimaraes, el vigente campeón de Europa y de la 'Premier' se sentía inseguro, lejos del nivel con el que había comandado el duelo hasta el empate, sin apenas inquietud hasta entonces en su área, hasta el lapsus que lo relegó en el marcador pasado el primer tercio del choque.
Hasta la igualada, no había habido apenas trabajo para Stefan Ortega, el sustituto de Ederson. Lo perdió Guardiola al minuto 8. Realmente, antes. Al minuto y medio. El golpe sufrido con su compañero Kyle Walker, cuando se lanzaron desesperados uno y otro, frente a frente, para evitar el remate de Longstaff, en la primera ocasión del partido, dejó fuera de combate al portero brasileño para el resto del enfrentamiento en Saint James's Park.
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Atendido sobre el césped, vendado en su rodilla izquierda, la siguiente jugada evidenció que Ederson no estaba en condiciones de seguir ni de defender la portería del Manchester City en un partido de tal dimensión. La acción fue fuera de juego, pero sólo fue señalada cuando la jugada ya había concluido. La lesión del guardameta fue la consecuencia.
La segunda parte reavivó al City. El marcador lo presionaba. El orgullo lo rebelaba. Sus recursos, su fútbol, su potencial, lo hace un equipo capaz de todo. De primeras, ya se hizo con el control de nuevo del juego, dominante, opresivo, sobre el Newcastle, en el que Dubravka voló para repeler la amenaza hasta entonces más seria del empate: un lanzamiento de falta directa de Julián Álvarez en el minuto 53. La respuesta del portero fue concluyente.
Después, Walker puso en ebullición el área local, con una doble intervención defensiva de Bruno Guimaraes, indispensable. Primero, porque arrebató la pelota a Foden cuando se disponía para el gol. Después, porque tocó lo justo el balón para invalidar la llegada de Rodri a toda velocidad hacia el remate. La resistencia del Newcastle, personificada después de nuevo en Dubravka, frustrante otra vez para Julián Álvarez.
Pero ya era una ofensiva total. Doku por un lado y Walker por el otro. Foden, Bernardo Silva y Julián Álvarez por dentro. La recuperación de Rodrigo cada vez más arriba. Y el partido trasladado completamente al campo local, pendiente del aguante del Newcastle o del acierto ofensivo del Manchester City, sin Erling Haaland, baja por lesión desde diciembre.
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Tanta exposición también tiene sus riesgos. Los descubrió Isak. Los solventó Ortega. El portero ganó el duelo individual al delantero. En el otro área, Julián Álvarez volvió a fallar. Un remate sin oposición. Una invitación al gol. La mandó altísima con la izquierda. El gol se sentía ya una cuestión de tiempo.
Ya había entrado al terreno de juego Kevin de Bruyne. Desbordante, imparable, incontestable. Su reaparición en la Premier cinco meses después (ya había vuelto a la competición en la Copa de Inglaterra) lo demostró sin matices.
Cuando recibió entre líneas, cuando condujo el balón, cuando disparó con la derecha lejos del alcance de Dubravka en el minuto 73 para el 2-2. Su segundo remate, el gol que tanto buscó el City, ganador después con un pase suyo y un golazo de Bobb ya en el 91. Otra maravilla. El centro y la definición.
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