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 El eterno 0-0 al que parecen estar condenadas las finales entre Liverpool y Chelsea fue roto por un cercanías llamado Virgil Van Dijk. El holandés, en un equipo plagado de adolescentes, apareció en el minuto 118 de la prórroga para quebrar el empate y dar a los 'Reds' su décima Copa de la Liga ante un Mauricio Pochettinio que sigue sin saber lo que es ganar un título en Inglaterra.