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Cuando el Real Madrid se acercaba a su tercer empate en cuatro jornadas, un gran disparo de Luka Modric puso premio en la recta final al ímpetu y la fe del líder, salvado antes por una parada decisiva de Andriy Lunin, superando momentos de desesperación con el arbitraje y el planteamiento defensivo del Sevilla que se le atragantó.