La puesta en escena de Rafael Nadal en el Masters 1000 de Madrid fue esperanzadora, confortable, sin sobresaltos, que facilitó un triunfo incontestable ante un rival por ahora menor, el joven estadounidense Darwin Blanch, invitado de la organización, que nunca cuestionó el trasvase del pentacampeón hacia la segunda ronda del Mutua Madrid Open.