Carlos Alcaraz derribó el muro de Daniil Medvedev (6-7 (1), 6-3, 6-4 y 6-4). En la pared más grande del tenis actual, la más difícil de explotar y casi imposible de saltar, encontró el español una grieta por la que colarse y dibujar su segunda final en Wimbledon, la que le puede deparar el cuarto Grand Slam de su aún corta carrera deportiva.