Por segundo mes consecutivo, la junta directiva del Banco de la República decidió mantener inalterada la tasa de interés de política monetaria dejándola en el 9,5 %. Esta decisión que tomó el Emisor el pasado 31 de marzo hizo que el presidente Gustavo Petro lanzara fuertes críticas frente al manejo de la política monetaria del banco central colombiano.
Más allá de los señalamientos del jefe de Estado, en especial a varios miembros de la junta que, según Petro, estarían asociados a decisiones políticas específicas, y que por ende fueron rechazadas por el mismo gerente del Banco de la República, Leonardo Villar, exministros y gremios empresariales, lo que se debe analizar más a fondo son los motivos por los que el Emisor decidió mantener en su punto la tasa de interés.
Justamente el gerente de la entidad explicó que las tasas de interés se mantienen en niveles que reflejan una política monetaria contractiva.
“¿Por qué mantenemos unas tasas de interés que consideramos contractivas y superiores a las deseables a mediano y largo plazo? La razón para ello es que a pesar del éxito que hemos tenido en bajar de manera sustancial la inflación con respecto al pico observado hacia marzo de 2023, ese proceso de reducción de la inflación ha sido más lento de lo que fue en muchos otros países de la región y del mundo en los que la inflación ya se encuentra dentro de los rangos meta definidos como aceptables por sus bancos centrales”, sostuvo el gerente del Emisor durante su intervención en el Congreso de Asofondos en Cartagena la semana pasada.
En ese sentido, agregó que esto obedece a los altos niveles de indexación de precios y salarios que existen en Colombia y a otros factores idiosincráticos y coyunturales que han hecho más difícil la reducción de la inflación. “El proceso de reducción de las tasas de interés, que todos quisiéramos continuar, tuvimos que ponerlo en pausa en las dos últimas sesiones de decisión de la junta, en enero y en marzo, en respuesta al hecho de que la inflación frenó su senda de convergencia hacia la meta y varios factores generaron impactos al alza sobre las expectativas de inflación y sobre las tasas de interés internacionales relevantes para el financiamiento externo del país”, detalló Villar.
Por su parte, Alejandro Reyes, economista de BBVA Research, resaltó que esta postura, ligeramente mayoritaria en la junta de 4 votos para mantenerla y 3 para bajarla a 50 puntos básicos, se sustentó en dos factores principalmente.
“Uno tiene que ver con los riesgos inflacionarios que pueden provenir de choques diversos o de efectos globales, pero también por las preocupaciones fiscales, en particular por la vulnerabilidad y riesgo que ello imprime sobre la economía y que tiene repercusiones sobre las tasas de mercado y la tasa de cambio”, dijo Reyes.
Por su parte, el ex ministro de Hacienda y actual rector de la Universidad EIA, José Manuel Restrepo, señaló que el escenario fiscal e internacional no da espacio para acelerar la reducción de tasas.
“El Gobierno debe hacer su tarea primero en disminución y recorte de gasto y de inversión innecesaria y enviar señales a la inversión privada para activar su aporte al crecimiento y al recaudo. En materia de gasto sería especialmente deseable la disminución del exceso y aumentos en burocracia”, manifestó.
Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, afirmó que el riesgo fiscal se ha acentuado y la creciente influencia de la política fiscal limita la capacidad de maniobra del Banco. “Esto significa que el Emisor no puede reducir sus tasas con rapidez debido a los eventuales efectos negativos de un alto déficit fiscal sobre las expectativas de inflación”.