La consulta popular contra la corrupción que se celebró ayer en el país superó con creces todos los pronósticos de participación y dejó descolocados a los agoreros que vaticinaban un colosal fiasco.

Pese a que no consiguió el umbral de aprobación de 12,1 millones de votos (el 33,33% del censo electoral), la movilización ciudadana fue de tal envergadura que nadie con un mínimo sentido de la realidad se atrevería a declararla como una derrota.

Todo lo contrario: tras lo sucedido ayer en la primera consulta popular que se celebraba en la historia del país, nada volverá a ser lo mismo en la lucha contra los bandidos que desde tiempos inmemoriales se dedican a saquear las arcas públicas.

En un acto digno de encomio, el presidente Duque destacó el resultado de la consulta, e incluso lo asumió como propio pese a que su partido, el Centro Democrático, descalificaba la convocatoria como una estrategia de los adversarios políticos para obtener réditos electorales. “Colombia no aguanta más corrupción”, proclamó Duque en un mensaje televisivo en que reafirmó su compromiso contra la corrupción.

Los promotores de la consulta –entre ellos Alianza Verde y diversas asociaciones ciudadanas– tienen motivos para sentirse más que satisfechos. Lo mismo que millones de votantes de otras corrientes políticas e ideológicas que acudieron ayer a las urnas.

El número de votantes –algo más de 11,7 millones– desbordó de lejos cualquier capacidad de movilización de un partido por sí mismo. Para hacernos una idea de la magnitud del resultado de la convocatoria: Duque fue elegido Presidente con 10,3 millones de votos (en segunda vuelta, incluyendo apoyos de electores tradicionales de otros partidos), y el ‘No’ del plebiscito por el acuerdo de paz ganó con 6,4 millones de votos.

El balón queda ahora en manos de Duque y del Congreso. El primero exhortó ayer al Parlamento a “responder al clamor ciudadano” y recordó que su Gobierno ha radicado ya un proyecto de ley contra la corrupción, que incluye algunos de los puntos que contemplaba la consulta. Sin embargo, deberá proceder más temprano que tarde a una reforma de fondo de la justicia, sin la cual todo combate con los corruptos puede resultar infructuoso.

Por su parte, los congresistas, los políticos en general y los administradores públicos, deben tomar clara nota del mensaje y evitar cualquier intento de torpedear iniciativas orientadas a erradicar la corrupción.

Por último, los ciudadanos deben mantener la guardia en alto. Y que el resultado de la consulta de ayer les sirva de estímulo para participar, cada vez con más energía, en los grandes asuntos que nos preocupan como Nación.