Un dólar por las nubes generó en Colombia la guerra de precios del petróleo entre Rusia y Arabia Saudita, hoy enfrentados por la falta de acuerdo para recortar la oferta, equilibrar la reducción de la demanda y detener la caída del valor del barril de crudo, cada vez más volátil por la amenaza de una pandemia de Covid-19.

Una tormenta perfecta que desplomó los precios del petróleo en cerca de un 30%, un dato solo comparable con el de enero de 1991 durante el comienzo de la Guerra del Golfo.

Pocas veces en la historia reciente Colombia se ha enfrentado a un escenario tan complejo, al que hay que sumarle los rezagos de la guerra arancelaria entre Estados Unidos y China y una devaluación de las monedas emergentes como consecuencia de la crisis.

Expertos estiman una recesión global en las economías prósperas, como Alemania y Japón, que estaría siendo valorada por los mercados y se teme por la viabilidad financiera de empresas y países.

Choques externos que pondrán a prueba la capacidad de las autoridades colombianas para hacerle frente a la coyuntura global y a una devaluación anualizada del 20%.

En Colombia, donde la Bolsa de Valores suspendió operaciones por la caída de más del 10% del índice Colcap y cerró con uno de sus resultados más negativos de los últimos tiempos, los exportadores celebran, pero distintos sectores se llevan las manos a la cabeza porque resultará más caro viajar, importar y comprar. Hacer mercado demandará más dinero, si se tiene en cuenta que el 16% de la canasta familiar depende de productos importados.

En cuanto al Gobierno, se incrementará el saldo y el servicio de la deuda externa. Además, una crisis en la industria petrolera impactará otros sectores de la economía, así como los ingresos por regalías o los ingresos corrientes de la Nación y, por supuesto, el PIB nacional cuyo 5% es generado por los hidrocarburos. Ni hablar del remezón que sufriría Ecopetrol, espina dorsal del funcionamiento del Estado.

El Ministerio de Hacienda, el Banco de la República y la Superintendencia Financiera acordaron no intervenir y permanecer atentos a la evaluación de la liquidez y la volatilidad del mercado cambiario.

Sin embargo, no hay que olvidar cómo el ministro Carrasquilla, para manejar las finanzas, hizo cuentas en el arranque del año con una tasa de cambio de 3.320 pesos y un precio promedio del barril de Brent a 60 dólares, y en los supuestos macroeconómicos del Presupuesto General 2020, el barril de crudo se esperaba en 67 dólares y la tasa de cambio en 3.129 pesos.

Ya se escuchan voces que le piden al Banco de la República que baje las tasas de interés del 4.25% a niveles del 3.75% o 3.50%, lo que dinamizaría el endeudamiento para comprar casa o consumir más. Mejor dicho, crédito barato para endeudarse, asumiendo, como históricamente ha ocurrido, que detrás de una crisis se avecina una gran bonanza.