El inicio de las obras de la segunda etapa del Parque Lineal Bicentenario en el barrio La Paz, en el suroccidente de Barranquilla, ilusiona a los miles de habitantes de esta zona que anhelan más espacios verdes que dignifiquen sus condiciones de vida. La intervención de 36 mil metros cuadrados, en un área cinco veces más amplia que la ejecutada en la primera fase no solo transformará por completo el paisaje urbano del sector, también aportará al desarrollo socioeconómico, convivencia ciudadana y salud sostenible de esta extensa comunidad.

Para hacerlo viable, debido a la considerable inversión demandada por el proyecto, más de $11 mil millones, la Alcaldía de Barranquilla y la Gobernación del Atlántico debieron sumar esfuerzos. Por fortuna, la ciudad y el departamento cuentan con gobernantes sintonizados en beneficio de la gente, capaces de entenderse y de pasar de las palabras a los hechos sin mayores dificultades. Más allá de la construcción del parque, una obra de enorme impacto social, Jaime Pumarejo y Elsa Noguera dejan una valiosa lección sobre el trabajo conjunto que debería seguir orientando el rumbo de nuestra dirigencia de cara al futuro que nos espera.

Una vez el parque sea entregado, a finales de 2022, los residentes de La Paz, Siete de Agosto, El Pueblo, Los Ángeles, Los Rosales, Las Malvinas, Evaristo Sourdís y La Manga contarán con espacios públicos seguros, accesibles e inclusivos que les ofrecerán oportunidades de empoderamiento social y apropiación territorial. No en vano la mayor parte de lo que allí se edificará –canchas, ciclorrutas, senderos peatonales o áreas de juegos– son el fruto de procesos participativos de planificación consensuados con la misma comunidad y liderados por las entidades encargadas. Esa es la hoja de ruta adecuada para forjar sentido de pertenencia que asegure el cuidado responsable de estos espacios. No podemos seguir llegando tarde a la consolidación de la cultura ciudadana que tanta falta nos hace.

Los parques nos permiten crecer como sociedad. Son escenarios para promover el respeto, los comportamientos y las normas compartidas. Lugares privilegiados de uso colectivo, símbolos de bienestar y de fortalecimiento del tejido social donde nos integramos en un ejercicio permanente de ejemplar democratización de lo público. Como si fuera poco, cuando están ubicados en sectores vulnerables, la evidencia científica indica que contribuyen a reducir desigualdades en salud asociadas a los menores ingresos de estas personas, porque mejoran su estado físico y mental. Por no hablar de sus beneficios en la mitigación del cambio climático y en la reducción de la contaminación atmosférica. En suma, los parques son un modo eficaz y económico de mejorar la calidad de vida de la población asentada a su alrededor.

Sin ninguna duda es lo que aspiran a obtener los habitantes del suroccidente de Barranquilla ahora que están a punto de cumplir el sueño de contar con un parque metropolitano en su entorno cercano. No es lo único que los tiene contentos. El homenaje que se le prepara al incombustible Cyrillus Swinne, el sacerdote de Países Bajos que desde hace 44 años trabaja para erradicar la pobreza y la injusticia en esta zona de la ciudad, es otro motivo de alegría. El nuevo espacio recibiría el nombre del religioso que se ha gastado la vida aliviando las carencias, dolores y sufrimientos de los olvidados de la Barranquilla más necesitada. Más merecido, imposible. Que se haga una realidad.

Necesitamos más y mejores parques para promover cambios positivos en la salud de las personas y favorecer el desarrollo sostenible de los territorios. Cada peso que se destina a uno de ellos transforma vidas. Así ocurre hoy en los municipios donde se intervienen más de 311 mil metros cuadrados de espacio público, con una inversión de $180 mil millones, o en los barrios de Barranquilla donde se realizan otras 140 intervenciones. Son miles de empleos los que además se generan. Apostémosles a los parques, a disfrutar de sus beneficios, pero también a cuidarlos, como la naturaleza hace con nosotros. Preservarlos es una obligación de todos.