Por cuarto año consecutivo los casos anuales de VIH aumentaron en Colombia. 19.183 se reportaron en 2022, el 40 % de ellos en personas de 20 a 29 años, mientras que 17.516 han sido diagnosticados en el período epidemiológico comprendido entre el 1 de enero y el 1 de noviembre de 2023, según informe oficial del Instituto Nacional de Salud. La gran mayoría corresponde a hombres (14.028), mientras que el resto son mujeres, 277 de ellas gestantes. Otro dato importante es que la principal vía de transmisión continúa siendo la sexual, 98 % de casos.
Tendría que ser motivo de inquietud para nuestras autoridades de salud la compleja realidad de la epidemia en Colombia, porque el análisis de los datos revela una pérdida de capacidad en la respuesta requerida. Mientras el cerco a la infección por VIH se cierra en el mundo, como lo muestra el descenso sostenido de nuevos casos y de fallecimientos asociados a ella, en nuestro país la tasa de incidencia pasó de 22,98 % por cada 100 mil habitantes en 2020 a 33,55 % en 2023. Dicho de otra forma, en los últimos cuatros años los casos de VIH crecieron en un 55,9 %. Más de 183mil personas viven hoy con el virus, pero solo el 77 % de ellas han sido diagnosticadas.
¿Cuántas de las personas que en la actualidad desconocen su condición de contagio son responsables de nuevas infecciones? ¿Y si su diagnóstico no se realiza de forma oportuna ni tampoco reciben a tiempo un tratamiento precoz para suprimir su carga viral, qué porcentaje de ellas tendrá a futuro una peor evolución clínica o una menor esperanza de vida? Este es un serio problema de salud pública que exige se superen las barreras que aún dificultan el acceso a pruebas de diagnóstico, en especial en la población clave o en los colectivos de mayor incidencia.
Eso es lo prioritario, pero ante un desafío tan amplio hay mucho en lo que se debe insistir. Reforzar estrategias preventivas, campañas de sensibilización sobre derechos sexuales y reproductivos o programas de educación para modificar conductas son acciones necesarias en los distintos niveles del sistema de salud. Garantizar tratamientos antirretrovirales seguros que faciliten a las personas con VIH existencias activas, con calidad y esperanza de vida similar a las de la población en general tiene que ser un compromiso permanente de las entidades de salud. No siempre sucede así y, en ocasiones, estas no logran acceder a medicamentos que demandan.
La mirada hacia la región Caribe deja noticias alarmantes. Cartagena tiene la tasa de incidencia más elevada de VIH en Colombia en 2023: 63,3 casos por cada 100 mil habitantes. Le sigue Barranquilla, con 54,5, y en la séptima posición, Santa Marta, con 43,8. Para comparar, Bogotá tiene una incidencia de 22,9 casos por cada 100 mil habitantes. Campanazo de alerta. Tampoco se debería pasar por alto que el 44,7 % de los casos diagnosticados en el Atlántico, entre enero de 2018 y diciembre de 2022, eran mujeres, como lo señaló el profesor Diego Roselli en un estudio realizado por el departamento de Epidemiología Clínica de la Universidad Javeriana.
Este panorama reclama revisar las acciones que se adelantan la región para actualizar la respuesta a la cambiante situación de la infección. 846 casos han sido notificados por el Sistema de Vigilancia Epidemiológica de Barranquilla este año, el 97 % de ellos ya recibe tratamiento. En 2022, fueron 912, y la ciudad fue la cuarta con más diagnósticos a nivel nacional. Siempre será posible profundizar en el abordaje integral del VIH, tanto en el ámbito local como nacional, analizando esos determinantes sociales que han elevado la incidencia de los casos para adoptar mejores decisiones en materia de diagnósticos, un eficiente modelo de cuidados y de atención a las necesidades específicas del colectivo de pacientes, pero también hacen falta liderazgos políticos y técnicos, compromisos sociales, financiación e investigación para asegurar bienestar general.
Derribar los mitos, la desinformación, pero sobre todo el estigma y la discriminación estructural e institucional que dan forma a prejuicios, exclusión y violencias contra las personas con VIH es otra asignatura pendiente de nuestra sociedad que las sigue vinculando con formas de vida criminalizadas. Quienes reciben tratamiento, en el 90 % de los casos, logran una existencia lo más normalizada posible. No alentemos el rechazo social, más bien seamos conscientes sobre las conductas sexuales y celebremos cada nuevo avance de la ciencia que busca la aún esquiva cura.