Si hay un desfile que resume la esencia del Carnaval de Barranquilla ese es sin lugar a dudas la Gran Parada de Tradición que se lleva a cabo este domingo. Más que un recorrido es la probada manifestación del gran patrimonio cultural que ha soportado con vigor el paso del tiempo, manteniéndose firme como muestra fiel de la riqueza folclórica de la región Caribe.
De hecho, si un barranquillero precisa explicarle a un foráneo, aunque por estos días nadie lo es, cuál es el verdadero significado del carnaval, ciertamente debe llevarlo a disfrutar de este desfile tan auténtico como emotivo, en el que los protagonistas son las 13 danzas patrimoniales que sustentan la tradición de nuestra fiesta excelsa. Desde su majestad la cumbia, el garabato, el paloteo, los indios, las aves y los diablos arlequines hasta el son de negro, las farotas, los coyongos, el caimán, los gallinazos, el mapalé y los micos y micas.
Cómo olvidar que aquel 7 de noviembre de 2003 la Unesco reconoció al Carnaval de Barranquilla como patrimonio oral e inmaterial de la humanidad. Meritoria exaltación a una celebración sinigual en la que confluyen historia, identidad, arte, memoria y un inenarrable cúmulo de expresiones ancestrales. Pues todo eso es lo que cobra vida durante el recorrido de esta tarde por la emblemática Vía 40, rindiendo genuino tributo a las raíces festivas que convergen en el Atlántico y a lo largo de las riberas del Río Grande de la Magdalena. Danzas con hasta más de un siglo de historia que corroboran, año tras año, con una vitalidad irreductible, que la tradición no es una huella anquilosada en el pasado, sino una palpitante realidad de contrastes que debe ser bien cuidada y, sobre todo, preservada.
Dicho de otra forma, la Gran Parada de Tradición es muestra fiel de la resistencia cultural y espacio de celebración de las herencias africana, indígena y europea que dieron forma a las expresiones dancísticas y musicales que han hecho único al Carnaval de Barranquilla. Imperdible catálogo de legados ancestrales que manifestarán los 169 grupos folclóricos y más de 130 disfraces individuales y colectivos que acompañarán a la reina Tatiana Angulo en el cumbiódromo.
Capítulo aparte merece Gabriel Marriaga, rey Momo 2025 y director del Cumbión de Oro, cumbiamba que atesora 42 años de historia preservando la esencia del ritmo madre. A sus 76 años, este caballero del folclor representa el valor de la experiencia. Incluso, su liderazgo va más allá de la figura simbólica de ser el soberano. Él es un guardián de la tradición, un ejemplo del espíritu carnavalero que, lejos de apagarse, se fortalece con el paso del tiempo.
Su presencia en la Gran Parada es también una reivindicación, luego de que el año anterior el Momo fuera el gran ausente del evento. Ahora no solo retorna con su cetro, sino con la convicción de quien ha trabajado toda su vida por recuperar espacios esenciales como la Rueda de Cumbia de Velitas en Siete Bocas, tras dos décadas sin celebrarse. También desarrolló con éxito ‘La Ruta del Momo’ con la que visitó instituciones educativas para acercar la cumbia a niños y jóvenes. De esta manera, Marriaga ha demostrado que ser rey Momo es más que portar una corona. Es asumir la responsabilidad de velar por la tradición.
En una época desafiante en la que lo insustancial adquiere inusitada relevancia por la velocidad con la que la modernidad líquida amenaza con ponerles fecha de expiración a las tradiciones, cada tambor, cada disfraz y cada paso de los integrantes de las 13 danzas patrimoniales tejen la memoria de un pueblo que debería reconocer en ellos su identidad.
Abracemos el quehacer inspirador de los hacedores, de los guardianes del patrimonio, hasta incorporarlo a nuestro ADN currambero. Que cada corazón que late arrebatao cultive el amor por el carnaval como un tesoro de identidad, acervo cultural, tradición e historia que nos comprometa a defenderlo de las amenazas que ponen en riesgo el futuro de su esencia.