EL HERALDO conmemora los 212 años de Barranquilla con un ejercicio editorial optimista en el que destacamos sus fortalezas, para desmontar aquel tópico del periodismo según el cual las buenas noticias no son vendedoras. Demasiadas veces no somos conscientes de lo que tenemos o hemos logrado. Así que en esta jornada nos apartamos del pesimismo extremo que cancela toda esperanza y, al mismo tiempo, abrazamos el entusiasmo que trasciende a generaciones de curramberos para enfatizar que, pese a nuestros asuntos pendientes, seguimos siendo referente de progreso, desarrollo, modernidad e innovación.

Barranquilla crea, transforma, hace crecer, mira al futuro con ilusión, porque es Procera e Inmortal, como magistralmente la describió la poetisa Amira de la Rosa en las estrofas de nuestro hermoso himno. Hemos retomado sus inspiradoras palabras para contar en la edición dominical historias de confianza de quienes son protagonistas de la vida misma de la ciudad. Nadie distinto a sus habitantes, gente de ejemplar empuje que se reinventa de manera permanente, con sorprendente capacidad, para adaptarse al ritmo de la Arenosa.

El cambio está siendo tan vertiginoso que sus voces, como hilo conductor, son esenciales para relatar las dinámicas de una urbe palpitante, dispuesta a retarse. No siempre ha sido así. Hubo un tiempo en el que Barranquilla, capital marítima y fluvial, fue la cuna de la modernidad. Cuando el centro se impuso como el eje del poder nacional, todo cambió. La historia luego diría que los peores vicios de la política local arramblaron con lo que encontraron a su paso hasta que nuevos liderazgos público-privados, a punta de esfuerzo, voluntad y cuestión de fe, retomaron el control para rescatar a una ciudad casi decadente.

Quienes no se acuerdan del pasado están condenados a repetirlo. Lo sabemos bien aquellos que tenemos como oficio escribir sobre el presente para construir futuro, contando cosas que antes parecían irrealizables. En consecuencia, es menester enaltecer lo que ahora vive Barranquilla. La foto que le ofrecemos a nuestras audiencias de EL HERALDO refleja el deseo de progreso social de la gente, sus ansias de alcanzar proyectos de vida prósperos e igual es un termómetro que mide la vitalidad de nuevas apuestas empresariales e institucionales. Todo bajo la autoridad de la administración distrital que intenta que nadie se quede atrás.

La lectura de Procera e Inmortal emociona. Nos adentra en la transformación urbanística de una ciudad que, en un trabajo de planificación y crecimiento ordenado, busca consolidar su modelo de desarrollo sostenible e inclusivo. Meta en la que el progreso ambiental es una prioridad, como demanda inequívoca de la emergencia climática, pero sobre todo como muestra de una conciencia y evolución ecológica al alza. Las condiciones de sol y viento que nos hacen privilegiados en la actual coyuntura son una carta a nuestro favor para convertirnos en líderes de la transición energética, a través de proyectos de autogeneración en colegios, hogares, comercios, espacios públicos y privados. ¡Este proceso es imparable!

Necesitamos acelerar la implementación de nuevas tecnologías que hagan más eficiente a la zona portuaria, inmersa en una modernización sostenible. Es una fuente generadora de empleo, al igual que multinacionales y empresas de distintos tamaños afincadas en nuestra ciudad, porque creen en su potencial. Como el círculo virtuoso que es, si Barranquilla crece, también su ecosistema de negocios e inversión lo hará, así como su demanda de empleo de calidad. Formarse en las nuevas industrias del turismo ecológico, de negocios y cultural y en los diversos frentes de la economía creativa es un activo rentable que debe privilegiarse.

La pandemia demostró la resiliencia del sector salud de Barranquilla, erigida en un centro de referencia en el Gran Caribe. Tal como los centros de investigación de las universidades de la ciudad, a la vanguardia científica, tecnológica y de innovación del país. Un motor de transformación social, como lo es el deporte, un instrumento de justicia social y equidad.

Nuestra declaración de amor a Barranquilla es inquebrantable. Gracias a todos los que nos acompañan a diario en la defensa de la identidad currambera, en el reconocimiento de sus valores y en la construcción de progreso común. Sabemos que como la ciudad Procera e Inmortal que siempre hemos sido, tenemos incontables desafíos como riesgos por superar que nos convocan a acelerar la marcha para hacerles frente. ¿Quién dijo miedo? ¡Adelante!

El futuro que soñamos, el que además merecemos, únicamente depende de nosotros. No del vaivén de vientos tan populistas como oportunistas que ahora soplan en nuestra contra.

¡Feliz aniversario 212, Barranquilla del alma de EL HERALDO!