Pinta con el mismo esmero un muro de 35 metros de altura, así como un cuadro al óleo. El color azul le inspira y el español Francisco de Goya es una de sus referencias artísticas. Se llama Thales Fernando Pomb, tiene 31 años y forma parte de la inagotable cantera de grafiteros brasileños.
Siguiendo la filosofía de dos de los precursores del arte urbano en Brasil, Eduardo Kobra y los hermanos Pandolfo (Os Gêmeos), Pomb está también 'en constante producción', sea en la calle o en su taller de Sao Paulo (Brasil), situado en el tradicional barrio de Cambuci y donde recibió a EFE.
Desde la pequeña sala que alquila, perteneciente a un complejo educativo abandonado, el joven artista (Brasilia, 1989) explora una creatividad que no se restringe solo a los botes de aerosol. Hace grabados, pinturas al óleo, ilustraciones y esculpe.
Tímido ante las cámaras y conciso en sus respuestas, Pomb, su nombre de guerra en las calles, busca ante todo el propio placer que experimenta al pintar.
'No lo hago para buscar la aprobación de los otros, lo hago para mí. Si le gusta o no a la gente depende de cada uno, es muy subjetivo', reconoce.
El grafitero se graduó en Diseño Industrial por la Universidad de Brasilia y completó su formación en Buenos Aires y Barcelona, donde en 2014 realizó su primera exposición individual.
Desde inicio de los 2000 en su Brasilia natal, hasta su instalación en la metrópolis Sao Paulo, considerada uno de los principales polos del arte urbano mundial, murales e intervenciones, han captado la atención de cada vez más seguidores.
Entre sus obras más aclamadas sobresale un gigantesco grafiti de 35 metros de altura y 10 de anchura, pintado en un muro de un edificio de la Avenida de la Consolaçao, en pleno centro de Sao Paulo, fruto del encargo de una empresa del sector de la movilidad.
El estilo de Pomb cautiva por su variedad de formas y colores. 'Brasil es culturalmente muy rico, también en la gastronomía, con una gran variedad de frutas, por eso mi trabajo es también muy colorido, aunque ahora tenga tonos más pasteles, permanece la influencia de colores vivos, de la alegría de las personas de aquí, que se refleja en el arte', sostiene.
Con sus 12 millones de habitantes, la frenética ciudad de Sao Paulo es una inevitable fuente de inspiración para Pomb.
'No paran de suceder cosas, hay mucha gente en la calle, muchos autos, muchos autobuses y eso te va envolviendo'.