Bélgica se ha convertido este jueves en el segundo país, después de Holanda, que despenaliza la eutanasia en menores, con la aprobación en el Parlamento federal de la ampliación de la ley que regula la muerte asistida.
La normativa prevé que niños y adolescentes podrán optar a la eutanasia en supuestos muy restringidos, cuando padezcan un 'sufrimiento físico insoportable y su muerte a corto plazo sea inevitable'.
La propuesta ha recibido 86 votos a favor, 44 en contra y 12 abstenciones.
Durante la votación, un hombre que estaba sentado en la tribuna del público ha comenzado a gritar 'asesinos' y ha sido expulsado de la sala.
A diferencia de Holanda, donde solo se puede recurrir a la muerte asistida a partir de los 12 años, en Bélgica no se establece una edad mínima, sino que se incluye la noción de 'capacidad de discernimiento' del menor.
La propuesta había sido ya aprobada por el Senado el pasado diciembre.
Ni los llamamientos de la iglesia católica belga, que desde el primer momento se opuso a la normativa, ni la movilización en la última semana de más de 160 pediatras en contra de la propuesta, modificaron el sentido de un voto, cuya aprobación se daba por sentada.
Los grupos políticos del Parlamento dejaron libertad a sus miembros para pronunciarse a favor o en contra y no imponer una disciplina de voto, al tratarse de un asunto relativo a las convicciones personales.
No obstante, se repitió la misma tendencia que en el Senado, y la propuesta logró el respaldo mayoritario de socialistas, liberales, ecologistas y de los nacionalistas flamencos del N-VA.
Los cristianodemócratas francófonos y flamencos y los ultraderechistas flamencos del Vlaams Belang votaron en contra.
La parlamentaria Catherine Fonck, de los democristianos del CDH, señaló que su grupo no podía apoyar el texto por no responder a 'problemas fundamentales', como la manera de medir la capacidad de discernimiento del niño, o la ausencia de un procedimiento cuando los padres no se pongan de acuerdo sobre cómo proceder.
El responsable de la Archidiócesis de Malinas-Bruselas, Jean Kockerols, lamentó, en conversación telefónica con Efe, que los grupos políticos 'no hayan escuchado' el llamamiento conjunto de la iglesia católica belga y de las otras religiones mayoritarias en el país, todas contrarias a la despenalización de la eutanasia en menores.
'Esperamos que otros países de Europa occidental no nos sigan', señaló el prelado.
Jean Kockerols recordó que la iglesia católica belga se opuso ya en 2002 a la ley que despenalizó la eutanasia en adultos, una norma que, indicó, se interpreta 'de manera cada vez más extensa', lo que ha hecho que 'la posibilidad se haya convertido casi en un derecho'.
Después de haber sido aprobada por las dos Cámaras, la ley deberá ser firmada por el rey Felipe, un acto puramente simbólico, aunque indispensable.
Ese trámite, junto con el de su publicación en el diario oficial, retrasará unas semanas la entrada en vigor de la normativa.
La ley vigente en Bélgica sobre la eutanasia en adultos se puede aplicar a los enfermos que lo soliciten y estén afectados de dolencias incurables que les ocasionen 'sufrimientos físicos o psíquicos constantes e insoportables'.
Los pacientes deben contar con la opinión favorable de un médico que certifique la gravedad de su padecimiento.
La normativa prevé además que un segundo médico sea consultado antes de que se practique cualquier eutanasia, e incluso exige que se someta a una tercera opinión para los pacientes que no tienen una enfermedad terminal.
En el caso de la eutanasia a menores, se establece que deberán contar con una autorización escrita de sus padres y una evaluación psicológica.
La cifra de eutanasias practicadas en Bélgica alcanzó un récord histórico en 2012, con 1.432 casos, un 25 % más que en el año precedente, según datos de la Comisión Federal de Control y de Evaluación de la Eutanasia.
Además de Bélgica, la eutanasia 'activa' -con asistencia médica- está despenalizada en Europa en Holanda y Luxemburgo.
En Suiza, se permite el suicidio asistido, es decir que un médico puede proporcionar al enfermo irreversible una dosis letal de medicamento, que deberá tomar el paciente por sus medios.