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Por primera vez en la historia de la Iglesia dos papas, uno en plenos poderes y otro jubilado, concelebrarán hoy la misa en la que serán proclamados santos otros dos pontífices, en una jornada que ya se conoce como el 'día de los cuatro papas', a los que une el Concilio Vaticano II.

Francisco canonizará a Juan XXIII, el 'papa bueno', y a Juan Pablo II 'el grande', como son ya conocidos, ante más de un millón de personas en una ceremonia en la plaza de san Pedro a la que asistirá Benedicto XVI, que hace un año sacudió los cimientos de la Iglesia al renunciar en plenas facultades mentales al papado, lo que no ocurría desde Celestino V en 1294.

Nunca en la historia de la Iglesia se había dado una situación como la de este 27 de abril, al igual que nunca un pontífice –Benedicto XVI– había beatificado a su antecesor, como hizo el papa Ratzinger el 1 de mayo de 2011 cuando elevó a la gloria de los altares a Juan Pablo II.

CANONIZACIÓN. El papa Wojtyla será proclamado santo junto al papa Roncalli, aquel pontífice con aspecto de cura de pueblo, bonachón, que fue elegido sucesor de Pedro a finales de 1958 cuando tenía 77 años y todos pensaron que sería un papa de transición, pero que sólo tres meses sorprendió al mundo al convocar un concilio ecuménico.

Era el 25 de enero de 1959 y tres años más tarde, ante la presencia de 2.540 obispos de todo el mundo, el Papa Bueno abrió en la basílica de san Pedro el Concilio Vaticano II, al que asistió el joven teólogo alemán Joseph Ratzinger (después Benedicto XVI), como consultor y experto.

'Fue una experiencia única', afirmó hace dos años, cuando se cumplió el medio siglo del concilio, Benedicto XVI, quien aseguró que el Vaticano II sigue siendo válido y que los documentos emanados de ese gran evento eclesial son 'una brújula' que permiten a la Iglesia navegar en mar abierto 'para llegar a la meta'.

El Vaticano II, uno de los eventos que marcaron el siglo XX, fue un concilio ecuménico que superó todas las expectativas, ya que rompió con cuatro siglos de Iglesia tridentina y cambió sus relaciones con la sociedad y con las otras religiones.

Del Vaticano II emanaron 16 documentos, entre ellos Gaudium et Spes, con el que se pasaba de una Iglesia encerrada en sí misma a una que se sentía parte del mundo, y Nostra Aetate, con el que se retiraron las acusaciones contra los judíos, al cancelar la acusación histórica de deicidio.

El Vaticano II reformó la liturgia, cuyo cambio más visible fue el de adaptarla a las lenguas vernáculas y el que los sacerdotes oficiasen de cara a los fieles sin darles la espalda, y dio un mayor papel a los laicos.

Las procesiones, cánticos y oraciones de los cientos de miles de fieles que ya han llegado hasta Roma para la canonización de los papas Juan Pablo II y Juan XXIII convirtieron hoy a la Ciudad Eterna en una Iglesia a cielo abierto.

Las órdenes, grupos religiosos y parroquias llegadas desde todas las partes del mundo a Roma este fin de semana hacen sentir su voz y no hay rincón de la capital donde no se preparen pequeños conciertos, se escuchen canciones o se rece colectivamente.