El Gobierno austríaco ha decidido ayer recurrir también a una valla, en su frontera con Eslovenia, para controlar la llegada de refugiados, aunque insiste en que esta medida no supone bloquear el paso ni tiene nada que ver con el cierre fronterizo aplicado por la vecina Hungría.
Aunque la ministra del Interior, Johanna Mikl-Leitner, recurrió el martes a un eufemístico 'medidas de edificación' al describir esa futura valla, tanto ella como el resto del Gobierno llamaron ayer por su nombre a lo que Austria va a construir en la frontera.
'No es una valla alrededor de Austria. Es una medida de seguridad técnica que no encapsula a Austria', aseguró el canciller federal, Werner Faymann.
Mikl-Leitner insistió en declaraciones a la emisora pública ORF, en que no se trata de impermeabilizar la frontera, sino de instalar esas 'medidas técnicas' para asegurar una entrada 'controlada y ordenada' de los refugiados.
Agregó que hay que tomar 'precauciones' si la llegada de refugiados se agrava en las próximas semanas.
La responsable de Interior incluso opinó que en las últimas semanas algunos refugiados se han mostrado 'más impacientes, agresivos y emocionales'.
El primer ministro del estado de Baviera, Horst Seehofer, dio el martes un ultimátum a la canciller alemana, Ángela Merkel, para que hable con el Gobierno austríaco y tome medidas antes del domingo para frenar las nuevas oleadas de refugiados.
Antes esas críticas, Mikl-Leitner recordó que Alemania fue el país que, en solitario, aseguró en agosto que recibiría a los refugiados de la guerra Siria sin devolverlos luego a otros países europeos por los que habían pasado primero.
'Las señales provocan consecuencias y esas consecuencias las sentimos ahora', destacó la ministra en referencia al efecto llamada que siguen muchos refugiados.
Con todo, en lo que va de año unas 63.000 personas han pedido ya asilo en Austria y se espera que hasta diciembre suba a 85.000, el triple que en 2014.