El magnate Donald Trump, quien hoy aseguró la candidatura presidencial republicana en EE.UU., delineó su política energética y medioambiental, que pasa, entre otras, por resucitar el polémico proyecto del oleoducto Keystone XL y por 'cancelar' los acuerdos climáticos alcanzados en París en 2015.
En declaraciones a los periodistas antes de una conferencia ante miembros de la industria petrolífera en Bismarck (Dakota del Norte), Trump se mostró abierto a aprobar la construcción de Keystone XL, que el Gobierno de Barack Obama rechazó en noviembre por su impacto medioambiental.
'Quiero que se construya, pero quiero una parte de los beneficios. Así es como haremos a nuestro país rico de nuevo', indicó el neoyorquino, quien, como ha hecho con respecto a otros asuntos, aseguró que es necesario 'un pacto mejor' por el que EE.UU. y sus ciudadanos salgan ganando.
A juicio de Trump, EE.UU. merecería llevarse una parte de los beneficios porque 'lo estaría haciendo posible', ya que el oleoducto atravesaría el país desde los pozos petrolíferos de Canadá hasta las refinerías del Golfo de México.
Tanto en Canadá como en Estados Unidos, numerosos grupos medioambientales y organizaciones indígenas se opusieron a la construcción de Keystone XL y aplaudieron la negativa de Obama al considerar que facilitaría el mayor desarrollo de los yacimientos de arenas bituminosas de Canadá.
Los yacimientos canadienses de petróleo pesado, las terceras mayores reservas de crudo del mundo tras las de Arabia Saudí y Venezuela, son considerados entre los más contaminantes del mundo.
Trump también se mostró hoy partidario de 'cancelar' los acuerdos sobre medioambiente de la convención de París celebrada el año pasado y suscritos por más de 170 países el 22 de abril en Nueva York, y aseguró que 'retiraría' todos los fondos de EE.UU. para las Naciones Unidas que tengan que ver con el cambio climático.
El multimillonario culminó hoy uno de los hitos políticos más sorprendentes de la historia reciente de EE.UU. al asegurarse la candidatura presidencial republicana tras una campaña marcada por sus incendiarios comentarios y su victoria sobre pesos pesados del partido.
La cifra mágica de 1.237 delegados, umbral necesario para ser proclamado candidato y esquivar la posibilidad de una convención disputada en Cleveland en julio, como buscaba una parte del aparato del partido conservador, es consecuencia de los 1.150 delegados comprometidos por su aplastante triunfo en las primarias, a los que se añaden 88 de los no comprometidos.