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El pasado lunes 28 países africanos amigos de Marruecos presentaron al chadiano Idris Déby, presidente en ejercicio de la Unión Africana (UA), durante la cumbre de la organización en Kigali, una moción para 'suspender' la participación de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) de la instancia panafricana.

Un día antes, el rey Mohamed VI había enviado al mismo Déby una petición para que su país vuelva a la UA, tras una ausencia de 32 años decidida por su padre, Hasán II, en protesta precisamente por la admisión de la RASD como estado miembro en 1984.

En aras de la neutralidad, Déby no leyó en público ni el mensaje del rey ni la moción de los 28 países aliados de Rabat, pero en la clausura de la cumbre dio un espaldarazo a Marruecos, quien -dijo- 'tiene el derecho y la obligación de volver a su gran familia como y cuando quiera'.

El historiador marroquí Maati Monyib cree que el regreso de Marruecos a la UA puede que no sea inmediato, pero es inevitable, ya que -según dijo a Efe- su país lleva desde 1998 trabajando pacientemente y con una estrategia multidimensional por una mayor presencia en África y un retorno a la organización de la que fue país fundador.

Marruecos no sólo es el segundo inversor africano en el continente (en banca, telecomunicaciones, seguros o construcción), sino que se ha convertido además en una referencia en cuestión religiosa (con la formación de imanes africanos) y en un país clave para la seguridad en la región del Sahel gracias a sus excelentes contactos con los países europeos en la lucha antiterrorista.

Sin embargo, Monyib reconoce que el peso de Marruecos, evidente en el África del Oeste (francófona), no es tan visible en el sur del continente ni en los países anglófonos, y que llevará tiempo a Rabat romper el eje Argel-Abuya-Pretoria que domina desde hace años la diplomacia continental y que es nítidamente prosaharaui.

Pero el regreso de Marruecos a las instancias panafricanas, aunque inevitable, plantea una duda fundamental: ¿consentirá Marruecos sentarse junto a la RASD, su enemigo innombrable, en el foro africano ? ¿ o más bien llegará Rabat a la UA con el objetivo primero y principal de desalojar a la RASD?.

Volver a la UA no será difícil para Marruecos: según el Acta Constitutiva de la Unión, admitir a un nuevo país se logra por mayoría simple de los miembros (artículo 29), lo que parece garantizado a juzgar por los 28 países firmantes de la moción contra la RASD, ya que suman la mitad más uno de los 54 miembros.

Sin embargo, la salida de la RASD se presenta más problemática: esa misma Acta Constitutiva no prevé la expulsión de ningún miembro, sino como máximo su 'suspensión' cuando el gobierno de un país 'ha accedido al poder por medios anticonstitucionales'.

No es el caso de la RASD, donde la sucesión de Mohamed Abdelaziz por defunción se ha realizado con toda normalidad; pero los distintos analistas que estos días intervienen en Rabat apuntan a la posibilidad de que Marruecos o sus aliados puedan invocar un cambio de los estatutos de la UA, para lo que necesitarían el apoyo de 2/3 de los 54 miembros (es decir, 36 países), según el artículo 32.