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El papa Francisco instó hoy a Polonia a mostrarse 'disponible' para acoger a los inmigrantes, 'aquellos que huyen de las guerras y el hambre', en el primer discurso que pronunció en Cracovia ante las autoridades en el palacio de Wawel.

Francisco llegó hoy a Cracovia, donde permanecerá hasta el 31 de julio, para participar en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), y en su primer acto acudió al palacio real de Wawel para la reunión con el presidente polaco, Andrzej Duda.

En su primer discurso en Polonia, el pontífice argentino instó a los gobernantes a evitar la emigración de sus compatriotas pero también a abrirse a los inmigrantes.

'Se han de identificar las causas de la emigración en Polonia dando facilidades a los que desean regresar, pero al mismo tiempo hace falta disponibilidad para acoger a los que huyen de las guerras y el hambre, solidaridad con los que están privados de sus derechos universales, incluido profesar libremente y con seguridad la propia fe', afirmó.

En un discurso en el que alabó la historia de Polonia y cómo ha sabido perdonar, Francisco abogó por 'un suplemento de sabiduría y misericordia para superar los temores y hacer el mayor bien posible'.

Continuó su discurso solicitando a los gobernantes 'colaboraciones y sinergias internacionales para encontrar soluciones a los conflictos y la guerras que obligan a muchas personas a abandonar sus hogares y su patria'.

Francisco retomó su preocupación por el drama de la inmigración y su mensaje cobró mayor relevancia al hacerlo en un país cuyas autoridades han ordenado cierre de fronteras a los refugiados e inmigrantes.

'Se trata pues de hacer todo lo posible para aliviar sus sufrimientos, sin cansarse de trabajar y continuar trabajando por la justicia y la paz, dando testimonio con los hechos de los valores humanos y cristianos', les recordó.

El papa argentino también animó a Polonia 'a mirar con esperanza hacia el futuro y las cuestiones que ha de afrontar', pues esto favorecerá crear 'un clima de respeto entre todos los componentes de la sociedad, y un diálogo constructivo entre las diferentes posiciones'.

También pidió a las representantes del Gobierno polaco 'políticas sociales a favor de la familia' y en defensa de la vida, pero les destacó cómo 'es responsabilidad del Estado y de la Iglesia y de la sociedad acompañar y ayudar concretamente a quien se encuentre en una situación de grave dificultad'.

La figura de san Juan Pablo II fue la primera a la que se refirió Francisco al explicar que el papa polaco fue el promotor de la JMJ y que siempre destacaba la historia de los pueblos 'para resaltar su humanidad y espiritualidad'.

En su discurso, Francisco también exhortó a las autoridades políticas 'al respeto de la identidad propia y de los demás porque no puede haber diálogo si cada uno no parte de su propia identidad'.

Habló de 'dos tipos de memorias, la buena y la mala' y mientras 'la positiva es la que nos muestra la Biblia (...), la negativa es la que fija obsesivamente la atención de la mente y del corazón en el mal, sobre todo cometido por otros', explicó.

Alabó que Polonia haya superado su memoria negativa y recordó los 50 años 'del perdón recibido y ofrecido entre el episcopado polaco y alemán', lo que 'ha desencadenado un proceso social, político, cultural y religioso irreversible, cambiando la historia de las relaciones entre los dos pueblos'.