El presidente del Gobierno español y líder del PP, Mariano Rajoy, negociará con los liberales su apoyo para la reelección, pero no aclara si acepta íntegramente todas sus peticiones ni cuándo planea acudir al Congreso para el debate de investidura que, a día de hoy, tiene difícil sacar adelante.
La investidura de un nuevo Gobierno en España se está convirtiendo en una partida de ajedrez en la que los movimientos de cada formación están medidos y claramente vinculados a los que hace el adversario.
El Comité Ejecutivo del PP (centroderecha) se reunió este miércoles para analizar las exigencias de Ciudadanos (liberales) para apoyar la eventual investidura de Rajoy, que desde diciembre de 2015 permanece en funciones y con las competencias limitadas.
Los comicios de hace ocho meses depararon un Congreso fragmentado, lo mismo que en su repetición, el pasado 26 de junio, con el resultado del PP como ganador, con 137 escaños, por 85 del PSOE (socialistas), 71 de la coalición de izquierdas Unidos Podemos y 32 diputados de Ciudadanos.
Al PP no le basta el respaldo de los liberales y necesitaría más votos a favor o, al menos, once abstenciones de otros grupos para ser reelegido jefe del Ejecutivo.
Salvo Ciudadanos y una diputada canaria, todos los grupos de la Cámara rechazan a Rajoy, por lo que el líder popular todavía no ha despejado la incógnita de cuándo planea acudir al Parlamento para debatir la investidura.
Tras la reunión de su Ejecutiva, Rajoy contribuyó a mantener la incertidumbre cuando sobrevoló todas las preguntas que le pedían concreción sobre qué y cuándo va a negociar con Ciudadanos o la fecha del debate parlamentario.
Se limitó a confirmar que la dirección de su partido le ha autorizado a negociar con los liberales, sin precisar si quiere matizar o corregir algo de sus propuestas.
Ciudadanos quiere que ningún cargo público imputado ocupe puestos en el Ejecutivo o en el Parlamento, así como una nueva Ley Electoral que atribuya escaños de modo más proporcional y acabar con los indultos por corrupción política.
Asimismo, los liberales piden limitar los mandatos a ocho años; una comisión de investigación sobre la presunta financiación irregular del PP y suprimir que los cargos públicos imputados no sean juzgados por los tribunales ordinarios.
Varias de estas propuestas suscitan reticencias en el PP, algunos de cuyos altos cargos son objeto de investigaciones judiciales o han sido condenados por corrupción en los últimos años.
En este contexto Rajoy es consciente de que sólo podrá ser presidente de nuevo si consigue que los socialistas abandonen su rechazo expreso, ya que los nacionalistas catalanes y vascos, que completan el Congreso, están instalados en el 'no' al líder del PP.
Rajoy desplazó en su comparecencia toda la presión hacia los socialistas, a los que pide que no prolonguen el 'disparate' que supone la falta de Gobierno y les pidió que faciliten su investidura.
'El PSOE parece que prefiere repetir elecciones lo que a mí no me gusta. Por eso procede que tenga, si hay suerte, una conversación con Pedro Sánchez', que es el secretario general de los socialistas, pero sin aclarar cuándo le va a llamar.
Sánchez, que permanece desaparecido de la vida pública desde hace semanas, congregó a su grupo parlamentario en el Congreso en una convocatoria improvisada ayer mismo y, de este modo, contraprogramó a Rajoy.
Poco después de que Rajoy compareciera ante la prensa lo hizo Sánchez, quien reiteró el 'no' al líder del PP.
'A Rajoy le falta diálogo y le sobran casos de corrupción', advirtió el líder socialista, quien critica que el presidente del Gobierno 'exija la sumisión de todos los grupos a su propuesta para continuar siendo presidente del Gobierno'.
Sánchez exigió a Rajoy que antes de que acabe esta semana fije una fecha para el debate de investidura o, en caso contrario, presentará una iniciativa parlamentaria para obligarle.