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El pequeño pueblo de Accumoli, en la provincia de Rieti, ha visto quebrantada su habitual calma por el terremoto que ha sacudido el centro de Italia y con el pasar de las horas los damnificados empiezan a comprender lo sucedido tras 'la pesadilla' que experimentaron anoche, cuando todo tembló.

La localidad se encuentra ubicada en un área montañosa y se caracteriza por sus casas de piedra y por todo un laberinto de intrincadas calles desde las que puede disfrutarse un espectacular entorno boscoso.

Su habitual calma se convirtió en desastre la pasada noche, cuando un terremoto de magnitud 6 en la Escala de Richter azotó la región, con daños también en otros municipios como Amatrice o Arquata del Tronto.

Accumoli es uno de los pueblos mas damnificados y basta recorrer sus calles para comprender la dimensión del desastre: muchas de sus casas han perdido los muros, hay tejados hundidos, los suelos están agrietados y una capa de polvo lo cubre prácticamente todo.

Entre las piedras han perdido la vida siete personas, incluidos los miembros de una familia que pereció bajo los cascotes del campanario del pueblo.

Eran Andrea Tuccio y su mujer, Graziella Torroney, los dos hijos de ambos, Riccardo y Stefano, de 8 años y siete meses, que tras horas de búsqueda fueron encontrados muertos.

La situación geográfica del pueblo, sobre una colina, 'dificulta mucho' las labores de rescate, según relató el coordinador de Protección Civil, Paolo Crescente.

'Al encontrarse en alto todo es más complicado, mucho más difícil y, por lo tanto, más lento', consideró.

Crescente se encuentra en el campamento habilitado para que los damnificados pasen la noche y adonde se espera que llegarán entre 150 y 200 personas, según la fuente.

En el lugar empiezan a erigirse tiendas de campaña y a acumularse toda clase de víveres, ante la mirada perdida de los supervivientes, que comienzan a asimilar el suceso.

Marina Bonamici y su marido han perdido su casa pero lograron salir de ella sanos y salvos, por lo que ella reza y agradece a Dios.

'Eran las tres de la mañana, todo temblaba, todo caía sobre nosotros. La luz se apagó y no se veía nada. Cuando llegamos a la puerta no se abría pero finalmente conseguimos salir a la calle', recordó la mujer.

La joven Francesca también logró sobrevivir y, aunque su casa ha quedado 'dañada', celebra que haya conseguido salir junto a su anciano padre, Carlo.

Este, asido por el brazo de su hija y con la mirada petrificada, solo intervino para pronunciar una palabra: 'desesperante'.

Su hija recordó la pasada noche como 'un infierno' en el que solo se respiraba polvo y lo hizo entre lágrimas, que aparecían bajo sus oscuras gafas de sol.

Todos tienen la mente puesta en la vecina Amatrice, donde han fallecido 40 de las 73 víctimas contabilizadas hasta el momento, y recuerdan el sismo de 2009 en la próxima L'Aquila, uno de los más mortíferos del país.

'Esperemos que el pueblo salga de esta y nos dejen seguir viviendo aquí', deseó Francesca, consciente de que por delante quedan muchas jornadas bajo las lonas.

En las calles de Accumoli transitan miembros de Protección Civil con perros para buscar posibles víctimas o supervivientes y algunos vecinos permanecen en sus puertas con la decepción impresa en la mirada.

Una mujer llora desconsoladamente dentro de un coche mientras su marido, de pie y junto a la ventanilla, le pregunta si ha visto la casa.

Cuando el sol empezaba a caer, dos camiones de la Cruz Roja y de algunas otras asociaciones de voluntarios locales llegaron al pueblo para proveer a sus habitantes de bienes de primera necesidad.