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Los líderes mundiales, reunidos en Naciones Unidas, prometieron este lunes más apoyo para los refugiados y migrantes, pero evitaron por ahora suscribir compromisos concretos.

Con más personas desplazadas alrededor del mundo que en ningún momento desde la Segunda Guerra Mundial, la ONU celebró la primera cumbre de su historia dedicada a la situación de estas personas en un intento por reforzar la respuesta a la crisis y hacerla más justa.

Para Naciones Unidas el resultado del encuentro es esperanzador, pero muchas organizaciones no gubernamentales se declaran decepcionadas por la falta de ambición y de medidas concretas en el documento adoptado por los líderes.

La llamada Declaración de Nueva York, que no tiene carácter vinculante, reitera muchos de los compromisos internacionales ya existentes, promete apoyo a los países más afectados por la llegada de refugiados y apuesta por abordar las 'raíces' de los desplazamientos masivos de población.

Sin embargo, las acciones más específicas se dejan para sendos pactos sobre refugiados y migrantes que se prevé aprobar en 2018.

En el texto de este lunes se sientan algunas de las bases para la negociación de esos acuerdos, incluida la necesidad de respetar el principio de 'responsabilidad compartida' en este ámbito.

En el tintero se quedaron algunas de las propuestas iniciales, incluida la de reasentar cada año a un 10% de los refugiados o un compromiso explícito para no detener a menores de edad.

'Hemos esperado dos años para esta cumbre. Los líderes mundiales deberían anunciar pasos claros y concretos para acabar con la crisis de los refugiados', dijo sobre la reunión el secretario general de Amnistía Internacional, Salil Shetty.

Mientras, los principales responsables de Naciones Unidas, aunque reconocieron que se podría haber ido más allá, defendieron la importancia de la Declaración y recordaron la dificultad de poner de acuerdo a 193 países con posturas que no siempre se parecen.

Esas diferencias nacionales se hicieron evidentes en los discursos ofrecidos ayer por los jefes de Estado y de Gobierno.

La Unión Europea, por ejemplo, centró buena parte de su intervención en defender la necesidad de reforzar sus fronteras externas y 'restaurar el orden'.

'No habrá una repetición del año 2015, con más de 1,5 millones de migrantes irregulares', garantizó el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk.

Con un enfoque casi opuesto, el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, defendió que la prioridad debe ser proteger a los migrantes y recordó que 'la historia demuestra que no hay barreras que detengan el movimiento de las personas'.

'No las hay naturales ni tampoco artificiales. Para cada río ha habido siempre un puente, para cada obstáculo ha habido siempre un camino', señaló Peña Nieto.

Mientras, los países que acogen a los mayores números de refugiados demandaron soluciones al resto de la comunidad internacional, dejando claro que se necesita más cooperación.