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Cuando un ministro de Sri Lanka decidió hace unos meses construir el árbol de Navidad más alto del mundo para crear armonía entre las religiones de la isla, poco se podía imaginar que el proyecto desencadenaría un rifirrafe con la Iglesia católica y acabaría requiriendo la intercesión del primer ministro.

Aún con la resaca de la guerra que entre 1983 y 2009 enfrentó a la mayoría cingalesa y budista del país con la minoría tamil e hindú, clérigos de esas dos religiones, junto a cristianos y musulmanes, inauguraron el pasado agosto las obras del que iba a ser el abeto de la armonía y que pronto pasó a ser el de la discordia.

El polémico árbol de Navidad alcanzará los 100 metros de altura y está siendo levantado en el paseo marítimo de Colombo con chatarra y otros materiales reciclados pintados de verde navideño, explicó a Efe Susantha Attanayake, uno de los diez obreros que trabajan en su construcción.

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La iniciativa de erigir este abeto artificial, que será decorado con 2 millones de piñas y unas 800.000 bombillas, surgió entre estos trabajadores del puerto de Colombo, que querían que su país apareciese en el histórico Libro Guinnes de los Récords.

Cuando el ministro (de Transporte y Puertos), Arjuna Ranatunga, mencionó que le gustaría construir algo que colocase a Sri Lanka de nuevo en el mapa del mundo, a un compañero se le ocurrió la idea del árbol de navidad', detalló Attanayake sobre la génesis del plan, que surgió por casualidad durante unas negociaciones laborales entre estos trabajadores y el Gobierno.

El ministro apadrinó el plan, encantado con la idea de un récord Guiness que traería consigo unidad entre las diferentes religiones de un país en el que los cristianos representan apenas un 7,4 % y en el que la gran mayoría de la población, un 70 %, es budista, según datos del último censo realizado en 2011.

Sin embargo, a la Iglesia católica no le gustó tanto la idea y sus críticas obligaron a suspender la construcción del árbol cuando éste estaba ya a medio camino de ser terminado.