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Un grupo de investigadores analizará la presencia en la Antártida de los contaminantes orgánicos persistentes (COP), una amenaza global porque se liberan al medio ambiente y pueden viajar por aire y agua y pasar de un medio a otro.

La primera evidencia de COP en la región antártica data de los años 60 del pasado siglo, cuando se comprobó la presencia del pesticida DDT (dicloro difenil tricloroetano) en sus ecosistemas, detalla a Efe José Luis Roscales, del Instituto de Química Orgánica General del español CSIC, quien estudiará la presencia de estos compuestos en la Antártida dentro del proyecto Sentinel.

Después, han sido varios los estudios que han constatado la presencia de COP en la Antártida, como el publicado en noviembre pasado en la revista 'Atmosferic Environment' por científicos del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua.

En el artículo, los investigadores aseguraban que la atmósfera antártica almacena, entre otros, restos de bifenilos policlorados, que se usaron en el pasado como revestimiento en muchos aparatos eléctricos y que fueron prohibidos hace décadas.

Muchas de las sustancias consideradas hoy COP fueron sintetizadas para ser utilizadas en la agricultura, como el pesticida DDT, o por sus aplicaciones industriales o para productos de consumo.

Estos se caracterizan por una gran persistencia en el medio, una alta toxicidad para el hombre y los ecosistemas, incluyendo su carácter carcinogénico y su capacidad para imitar nuestras hormonas (disrupción endocrina).

Además, los procesos de bioacumulación y biomagnificación les permiten acumularse en organismos a lo largo de su vida y amplificar su presencia a través de la cadena trófica (si un animal, por ejemplo, come plancton con COP, lo acumulará en su organismo).

El Convenio de Estocolmo, ratificado por 180 países, - aunque no EEUU - reguló inicialmente 12 productos químicos, que llamó la 'docena sucia', entre los que estaba el DDT. En 2009 incorporó otros nueve, muchos como familias de compuestos.

El convenio está vivo y ha seguido introduciendo sustancias en la lista de COP, como endosulfán en 2011 o hexabromociclododecano en 2013.

Algunos de estos contaminantes orgánicos están totalmente prohibidos, como la aldrina (plaguicida) pero en otros se establecen excepciones en su uso, como en el caso del sulfonato de perfluorooctano, utilizado en determinados dispositivos médicos, o del DDT, usado como insecticida para el control de la malaria.

Ahora un grupo de investigadores españoles estudiará la presencia de los COP en el ecosistema antártico.