Los sobornos admitidos por Odebrecht han evidenciado que la corrupción con complicidades políticas es un mecanismo sistémico en la mayoría de países latinoamericanos más allá de la escandalosa implicación de la constructora brasileña.
Una vez que el emporio brasileño ha reconocido haber recurrido al soborno para ganar licitaciones públicas en varios países latinoamericanos corresponde a estos esclarecer el destino de esos fondos con los que se compraron voluntades políticas, si no quieren añadir a la corrupción el peor mal de la impunidad.
Hasta ahora, de los países implicados, además de Brasil únicamente Colombia ha actuado en esa dirección y ha revelado con nombres y apellidos a dos supuestos destinatarios de los sobornos de Odebrecht, al arrestar al exviceministro de Transporte Gabriel García Morales y al exsenador Otto Nicolás Bula Bula.
En Brasil, origen de este escándalo internacional, el propietario y expresidente de Odebrecht, Marcelo Odebrecht, se encuentra en la cárcel condenado en primera instancia a 19 años de cárcel.
Marcelo Odebrecht es uno de los muchos ejecutivos de su empresa y de otras, las principales constructoras del país, que han sido juzgados y condenados por pagar sobornos en Brasil, donde también se han depurado responsabilidades políticas al más alto nivel, que aún pueden alcanzar inciertas consecuencias.