La Policía Militarizada de Brasil retomó este domingo el control de la Penitenciaria Estatal de Alcaçuz, en Nisia Floresta, región metropolitana de Natal (nordeste), en la que murieron al menos diez presos durante un motín, según informaron fuentes oficiales.
La Secretaría de Seguridad del estado de Río Grande do Norte, del que Natal es la capital, comunicó que efectivos de la Tropa de Choque, un grupo antidisturbios especializado, entró este domingo en los pabellones del centro penitenciario y retomó el control total después de más de catorce horas de rebelión de los presos.
La incursión de la Policía comenzó de manera gradual desde la noche del sábado, primero en la zona exterior y luego en los patios y pabellones del complejo penitenciario, el mayor de Río Grande do Norte.
De acuerdo con las primeras informaciones de las autoridades, una pelea entre dos facciones rivales de internos generó disturbios, la misma razón que los motivó en otras prisiones del país que han dejado más de un centenar de muertos en lo que va de año.
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La Secretaría de Justicia y Ciudadanía (Sejuc), órgano regional responsable del sistema carcelario en Río Grande do Norte, indicó que la penitenciaria de Alcaçuz, la mayor del estado, alberga 1.150 presos, pero su capacidad es de apenas 620.
El Sindicato de los Agentes Penitenciarios de ese estado denunció que el sábado, durante la visita y antes de comenzar el motín, un vehículo se acercó al complejo y hombres desconocidos pasaron armas a los detenidos por uno de los muros.
En un comunicado, la Secretaría de Estado de Seguridad Pública y Defensa Social (Sesed) señaló que las muertes son 'resultado de una disputa entre facciones rivales' y el Gobierno regional dijo, por su parte, que se 'están recogiendo las informaciones sobre la participación de esas facciones criminales' en el motín.
La crisis del sector penitenciario comenzó el primer día del año con un motín en una cárcel de Manaus, capital de Amazonas, en el que murieron 56 presos, siguió con otra rebelión en un centro de detención rural de la misma ciudad con cuatro más y continuó en Boa Vista, capital de Roraima, con al menos 33 presos muertos.
Otros dos cuerpos más fueron encontrados en la misma cárcel de Boa Vista, aunque al parecer estaban ya enterrados desde días antes del motín, y dos reclusos murieron también a comienzos de año en una rebelión en una cárcel de Paraiba (nordeste).