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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su esposa, Melania, pusieron este viernes el broche de oro a su fiesta de investidura al ritmo de la canción ‘My Way’, de Frank Sinatra en un baile íntimo, con guiños de complicidad y que sirvió para celebrar un triunfo por el que nadie apostaba.

'Dijeron que nosotros, que yo, que no teníamos posibilidades, pero sabíamos que íbamos a ganar y ganamos', dijo Trump, que fue recibido con aplausos y ovaciones por centenares de personas en el Centro de Convenciones de Washington, repleto de vestidos de noche, esmóquines y pajaritas.

'Este es un movimiento y ahora empieza el trabajo, no hay juegos, no jugamos a juegos, el trabajo comienza ahora', aseguró el magnate, quien prometió cumplir con el famoso lema de su campaña y 'Hacer a Estados Unidos grande de nuevo' ('Make America Great Again').

Después del breve mensaje a sus incondicionales, que habían esperado horas de pie, Trump agarró por la cintura a Melania y comenzó a balancearse por el escenario mientras saludaba al público, susurraba algunas palabras al oído de su esposa y tarareaba la canción de Sinatra.

Melania se convirtió en el centro de todas las miradas con un vestido de color blanco sin hombros, diseñado por ella misma y Hervé Pierre, el exdirector creativo de Carolina Herrera.

El vestido sorprendió con una delgada cinta roja de falla en la cintura y con una atrevida hendidura que dejaba ver las piernas de la nueva primera dama, unos detalles que, como es tradición, pasarán a ser contemplados como piezas de museo en los Archivos Nacionales de EEUU, junto a las joyas y los zapatos.

Vestido con una pajarita y un esmoquin impecable, Trump encabezó la comitiva hacia las otras dos galas oficiales de la noche, un tradicional peregrinaje que desde 1809 sirve para presentar en sociedad a los nuevos inquilinos de la Casa Blanca.

En imágenes: Así fue el baile presidencial en la fiesta de investidura de Trump

En el siguiente baile, en el mismo Centro de Convenciones, Trump fue más allá de los tradicionales saludos y preguntó directamente a la multitud sobre si debía mantener su cuenta de Twitter, red social que usa con ímpetu para lanzar mensajes sin el filtro de los medios y que ya ha causado varios incidentes.

'¿Debería mantener mi cuenta de Twitter o no?', preguntó el presidente, a quien la multitud contestó: '¡sí!'.

'Es una forma de pasarme por alto a los deshonestos medios de comunicación, ¿verdad?', añadió Trump, quien también criticó a la prensa por ser 'dura' con él en el último baile oficial dedicado a las Fuerzas Armadas y celebrado en el museo de arquitectura de Washington.

Como nuevo comandante en jefe, Trump se volcó en ese último baile y conectó en directo vía satélite con un contingente de tropas estadounidenses desplegado en la base aérea de Bagram (Afganistán), soldados a los que agradeció frente al público sus sacrificios y su lucha diaria.

'Vosotros sois gente especial. Sois gente genial. Os voy a guardar las espaldas. Vamos a hacer grandes cosas por nuestro país', aseguró Trump, que aprovechó para celebrar que los primeros confirmados para su Gobierno sean los exgenerales James Mattis y John Kelly, nuevos secretarios de Defensa y Seguridad.

Entonces, antes de dar sus primeros pasos al son de ‘I'll Always Love You’, Melania dijo sus primeras palabras como primera dama.

'Gracias a todos por su servicio. Me siento honrada de ser su primera dama, vamos a luchar, vamos a ganar, vamos a hacer de Estados Unidos grande de nuevo', destacó.

A diferencia de los previos, en el baile de las Fuerzas Armadas, Trump y Melania danzaron con algunos de los militares presentes, en un claro contraste entre los vestidos de gala y los uniformes.

La aparición de Trump en los bailes se retrasó durante horas, hasta el punto de que la entrada del magnate en el escenario de la gala militar se produjo cerca de la medianoche, en vez de a las 10 como estaba previsto.

El retraso, en ese caso, se produjo porque Trump se reunió con los jefes de todas las ramas de las Fuerzas Armadas, según explicó el propio mandatario.

Al final del último de los bailes, Trump y su vicepresidente, Mike Pence, cortaron una tarta gigante con el rojo y azul de la bandera estadounidense, una imagen que puso la guinda a un largo día de festividades que dio inicio al mandato del millonario y a una nueva era, la ‘era Trump’.