Los médicos deberían denunciar cuando detecten un paciente trasplantado por un tráfico ilegal, opinó este martes en el Vaticano la doctora española Beatriz Domínguez Gil, de la Organización Nacional de Trasplantes española (ONT).
Domínguez Gil participó en un convenio junto a expertos de todo el mundo celebrado por la Pontificia Academia de Ciencias en el Vaticano con el objetivo de abordar el 'drama actual' del tráfico de órganos y estudiar métodos para combatir este fenómeno.
En opinión de la experta española, la primera dificultad a la hora de perseguir esta lacra es que 'muchas veces ocurre en un contexto trasnacional' e implica a más de una jurisdicción 'con legislaciones que no están armonizadas' en este sentido.
'Las legislaciones no están armonizadas y no existe cooperación internacional en la persecución de este tipo de prácticas', lamentó.
Domínguez hizo una distinción entre el país del que procede en donante vivo, Estados pobres y con 'poca infraestructura para la persecución' de estas prácticas, y el del receptor, ricos pero con escasa oferta de órganos para sus pacientes.
'Por parte de los países ricos tienen que ponerse dificultades para que un paciente se vaya a trasplantar en estas condiciones', dijo.
Y agregó: 'Una vez que regresan tiene que haber responsabilidad de algún tipo y desde luego tiene que existir la obligación de que los profesionales reporten estos casos. Que no se limiten a seguirlos en los centros sin reportar que ese paciente ha regresado trasplantado en esas condiciones'.
El perfil de las víctimas de las redes del tráfico de órganos suele seguir un patrón similar: varones jóvenes, prácticamente analfabetos y por debajo del umbral de la pobreza, dijo la doctora.
El precio de un órgano en el mercado negro puede alcanzar los 150.000 dólares (más de 140.000 euros) de lo que el donante recibe entre un 5 % y un 10 % 'en el mejor de los casos' y el resto va a parar a los bolsillos de los traficantes e intermediarios, dijo la experta, subrayando que las cifras varían en función del país.
La Organización Mundial de la Salud estima que anualmente se llevan a cabo alrededor de 120.000 trasplantes en todo el mundo (119.873 en 2014), lo que supone aproximadamente un 10 % de la demanda total.