El sambódromo de Río de Janeiro puso fin ayer al carnaval más trágico y accidentado que se recuerda en los 33 años de vida de la famosa avenida del Marqués de Sapucaí.
Al menos 32 personas resultaron heridas durante los famosos desfiles de las doce escuelas de samba del llamado 'grupo especial', en las madrugadas del domingo y del lunes.
Entre los heridos, ocho fueron trasladados a hospitales y tres se encuentran en estado grave.
De hecho, el carnaval ya tuvo un inicio atípico, después de que el nuevo alcalde de Río de Janeiro, el obispo evangélico Marcelo Crivella, no acudiese a la entrega de las llaves de la ciudad al rey Momo, el pasado viernes.
Crivella se convirtió en el primer alcalde que, en su primer año de mandato, no participó en la ceremonia inaugural. Sin la ‘bendición’ del alcalde, que tampoco acudió al sambódromo para ver los desfiles de las escuelas de samba, la gran fiesta de Río de Janeiro estuvo muy cerca de acabar en tragedia.
Fue precisamente durante la apertura de los desfiles, con la escuela Tuiuti, la noche del domingo, cuando se registró el mayor número de heridos –una veintena– después de que una de sus carrozas, con cerca de 40 personas, tuvo problemas para seguir en línea recta al entrar en la avenida Sapucaí.
Tras desviarse e impactar contra las cabinas de prensa, la carroza dio marcha atrás, aunque descontrolada, y acabó arrollando a las personas que había en el otro lado de la pista, separadas de la grada por una valla.
La historia estuvo a punto de repetirse 24 horas después, cuando Uniao da Ilha, la escuela que abría la segunda noche del carnaval, tuvo serios problemas para hacer entrar a la pista una gran carroza de unas 40 toneladas y por muy poco no acabó aplastando a las personas que se encontraban en una de las esquinas que dan acceso a la recta.
Las dificultades para maniobrar hicieron perder mucho tiempo a la escuela, que aceleró la marcha para concluir el desfile dentro de los 75 minutos de límite.
Pero las prisas hicieron que la misma carroza se quedara parada varias veces durante el desfile y que al finalizar, chocara contra los estudios de una cadena de televisión sin causar heridos ni daños.
Cuando parecía que todo quedaría en un susto, otra tragedia rondó el Sambódromo en la segunda carroza de Unidos da Tijuca, la cuarta escuela en desfilar en la madrugada del lunes, y en el mismo lugar en el que se produjo el accidente el día anterior con Tuiuti.
Una pasarela situada en lo alto de la carroza, en la que había una decena de personas, cayó y doce personas resultaron heridas, de las que seis fueron trasladadas al hospital, dos de ellas en estado grave.
Pese al accidente, la escuela siguió con el desfile, aunque tuvo serios problemas para retirar la carroza y hacer entrar a la pista a todos sus integrantes, y sobrepasó en un minuto el tiempo límite para completar los 700 metros de la recta.
El hecho de que la escuela no suspendiera su espectáculo y los comentarios del carnavalesco (director) Fernando Costa provocaron indignación en las redes sociales.
'Tijuca tiene una obligación con el público, y con la transmisión. Quien tiene que ser atendido está siendo atendido, y el resto, intentamos transcurrir normalmente', aseguró.
El presidente de Unidos da Tijuca, Fernando Horta, agregó más leña al fuego al quejarse ante la prensa de que 'los bomberos destrozaron la carroza' para rescatar a los heridos y comentar de ellos que 'la mayoría salió bien de allí y dos fueron al hospital'.
Avanzada la madrugada, dos de las favoritas al título de este año, la escuelas Portela y Mangueira (campeona de la última edición) hicieron olvidar el susto a los más de 72.000 espectadores que abarrotaban el templo de Sapucaí y lograron levantar a miles de sus asientos y terminar sus espectáculos con sonoras ovaciones.
El jurado decidirá hoy el ganador de este año y anunciará la escuela que desciende al grupo de acceso. La incógnita ahora está en si la organización anunciará medidas para evitar nuevos accidentes en el futuro y ofrecerá alguna explicación sobre los motivos que llevaron a continuar con los desfiles con normalidad pese a la gravedad de los dos accidentes.