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El caso Odebrecht entró esta semana en una nueva fase que apunta a la yugular de gobernantes de América Latina, con la posible caída del mandatario de Perú y la sentencia de seis años de prisión contra el vicepresidente de Ecuador.

El escándalo provocado por la constructora brasileña, que reconoce haber pagado multimillonarios sobornos a cambio de licitaciones, ha abierto cientos de investigaciones contra ministros, diputados y empresarios en la región.

Pero Pedro Pablo Kuczynski puede convertirse en el primer presidente destituido por sus vínculos con Odebrecht, que afirma haberle abonado casi 5 millones de dólares en asesorías cuando era ministro.

El mandatario peruano parece tener los días contados, a pesar de negar las acusaciones: la oposición tiene mayoría en el Congreso y ha prometido echarle.

'No voy a abdicar ni a mi honor, ni a mis valores, ni a mis responsabilidades como presidente', garantizó Kuczynski el jueves.

Su caída 'sería terrible' para la estabilidad y la imagen del continente, según Luis Benavente, de la consultora peruana Vox Populi, aunque 'la corrupción es una enfermedad latinoamericana' instalada 'en todas las bases del sistema político-social.

Orden de extradición

El caso Odebrecht ha sido particularmente sangriento en Perú.

El expresidente Ollanta Humala (2011-2016) y su esposa están en prisión preventiva por recibir presuntamente 3 millones de dólares para su campaña y sobre el exmandatario Alejandro Toledo (2001-2006) hay una orden de captura y pedido de extradición desde Estados Unidos por beneficiarse supuestamente de 20 millones.

Ecuador tampoco se ha salvado de este terremoto político.

Su vicepresidente, Jorge Glas, fue sentenciado el miércoles a seis años de prisión por asociación ilícita tras recibir 13,5 millones de dólares en sobornos.

Su condena 'marca una ruptura con el ocultamiento de la corrupción que hubo durante el gobierno de Rafael Correa' (2007-2017), según el politólogo Simón Pachano, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) en Quito.

Lula, con la soga al cuello. Brasil es el otro país donde Odebrecht ha dejado más víctimas, aunque es apenas un capítulo de la Operación Lava Jato que investiga los sobornos pagados por grandes constructoras a partidos y políticos para obtener licitaciones en Petrobras.