La explosión en Beirut por combustión de toneladas de nitrato de amonio -con 113 muertos, casi 4.000 heridos y decenas de desaparecidos- se suma a otras tragedias provocadas por esta sustancia, desde el accidente que casi hizo desaparecer hace ochenta años el pueblo belga de Tessenderlo hasta el estallido de una planta química en Toulouse (sur de Francia) en 2001 o una fábrica de fertilizantes en Texas (EE.UU.) en 2013.
La grabación de lo ocurrido en el puerto de Beirut muestra primero una gran cantidad de humo grisáceo, seguido de una fuerte explosión que provocó una humareda marrón rojiza y un enorme hongo blanco.
La ola expansiva de la explosión hizo añicos las ventanas, derribó puertas, sacudió los edificios hasta sus cimientos y se sintió a más de 200 kilómetros de distancia, hasta Chipre, como reconocieron algunos testigos en las redes sociales.
Aunque todavía queda esperar a la investigación oficial sobre el origen de la explosión, el primer ministro libanés, Hasan Diab, indicó que la causa fue un cargamento sin custodiar desde hace seis años de nitrato de amonio de 2.750 toneladas, técnicamente una sal soluble de ácido nítrico y amoniaco, un químico simple con la fórmula NH4NO3.