El Vaticano calificó como 'moralmente aceptables' las vacunas contra el coronavirus aunque para ellas se hayan 'utilizado líneas celulares de fetos abortados', una teoría polémica últimamente y rechazada en parte por la ciencia.
La Congregación para la Doctrina de la Fe emitió hoy una nota, aprobada por el papa Francisco, en la que toma posición acerca del debate sobre si las distintas vacunas contra el virus SARS-CoV-2 han sido desarrolladas recurriendo a líneas celulares de abortos.
En este sentido señala que cuando no se disponga de vacunas 'éticamente irreprochable' es 'moralmente aceptable utilizar las vacunas contra la COVID-19 que han utilizado líneas celulares e fetos abortados en su proceso de investigación y producción'.
La razón de esta postura de la Congregación, dirigida por el español Luis Francisco Ladaria Ferrer, es que es 'remota' la cooperación entre quienes utilizan las vacunas y 'el mal' del aborto del que proceden esas células.
Además el deber moral de evitar esa cooperación pasiva 'no es vinculante' si existe un peligro grave 'como la propagación, por lo demás incontenible, de un agente patógeno grave, en este caso la propagación pandémica' del coronavirus que crea la COVID-19.
El Vaticano, que ya se pronunció sobre el tema en 2005, subrayó en cualquier caso que esta postura 'no puede constituir en sí mismo una legitimación, ni siquiera indirecta, de la práctica del aborto'.
Y del mismo modo concluyó que el uso de esas vacunas 'no implica ni debe implicar en modo alguno la aprobación moral del uso de líneas celulares procedentes de fetos abortados'.
Por lo que pidió a las empresas farmacéuticas y organismos sanitarios que 'produzcan, aprueben, distribuyan y ofrezcan vacunas éticamente aceptables que no creen problemas de conciencia, ni al personal sanitario ni a los propios vacunados'.
El Vaticano reconoce que esta cuestión 'suele estar en el centro de insistentes debates en la opinión pública' y algunos sectores antiabortistas, obispos, expertos y asociaciones católicas vienen planteando 'dudas' sobre la moralidad de estos remedios.
En España por ejemplo el cardenal y arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, opinó el pasado junio que 'el demonio existe en plena pandemia, intentando llevar a cabo investigaciones para vacunas', y que una de ellas 'se fabrica a base de células de fetos abortados'.
En estos tiempos las redes sociales se han llenado de mensajes de este tipo, que alertan de la presencia de tejidos de un feto humano entre los componentes del preparado de AstraZeneca contra la COVID-19, aunque la Santa Sede no se refiere concretamente a una empresa.
No obstante las vacunas no se elaboran con tejidos fetales de abortos sino que en algunos casos emplean células creadas en laboratorio con un origen humano remoto, el de dos fetos abortados en la década de 1960.
Los expertos en vacunas niegan que estos medicamentos lleven tejidos de fetos humanos extraídos de un aborto y precisan que se usan cultivos de células obtenidos en laboratorio cuyo origen humano se encuentra en los años 60 en Suecia y el Reino Unido.
En el caso concreto de la vacuna de AstraZeneca contra la covid-19 se ha utilizado adenovirus de chimpancé que se ha probado en líneas celulares humanas, que no forman parte de los ingredientes.
Los científicos que elaboran las vacunas no trabajan con material genético original sino que utilizan líneas celulares creadas por medio de cultivos, copias y desarrollos de las células extraídas de tejidos humanos mucho tiempo después de su obtención.
El Comité Asesor de Vacunas (CAV) de la Asociación Española de Pediatría (AEP) ha negado rotundamente el uso de células de abortos para los preparados de antígenos, en su artículo 'Vacunas, células de fetos abortados y otras teorías irracionales' del 18 de junio.
No es la primera vez que el Vaticano defiende este tipo de vacunas sino que su Pontificia Academia para la Vida defendió 'la legalidad de utilizar' estos medios si no hay una alternativa, en un texto de 2005 titulado 'Reflexiones morales acerca de las vacunas preparadas a partir de células procedentes de fetos humanos abortados'.