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La gigantesca reproducción de la vulva de una mujer, esculpida en una sierra del estado brasileño de Pernambuco por la artista Juliana Notari, alza la voz contra el 'abuso secular' sufrido por las mujeres y 'abre' las 'heridas' de una cultura aporreada por el actual Gobierno, asegura su creadora.

La polémica escultura de resina de 33 metros de largo y once de ancho fue producida a partir de una excavación de seis metros de profundidad en la tierra, en una pequeña montaña del ecosistema Mata Sul, próximo al límite entre los estados de Pernambuco y Alagoas, en el noreste de Brasil, y dentro del parque-museo Usina das Artes.

La escultura está expuesta en este museo a cielo abierto de treinta hectáreas en un ingenio azucarero desactivado, en el que convive con lagunas, fauna, flora y exposiciones permanentes de artistas como el franco-español Joan Barrantes, el cubano Carlos Garaicoa, el uruguayo Clemente Padín o el brasileño José Rufino.

'La obra abre heridas y levanta una voz en este período que vivimos desde hace dos años, en el que han retrocedido algunos valores de la cultura y la educación, que son los más atacados por la extrema derecha en Brasil', liderada por el presidente Jair Bolsonaro, afirmó Notari en entrevista a EFE.