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Ecuador trata de entender la matanza desatada el martes dentro de cuatro de sus prisiones, mientras las autoridades judiciales siguen las pesquisas para descifrar lo ocurrido sin descartar, según expertos, que los hechos puedan estar solapados con el narcotráfico.

Mientras, decenas de familiares de los 79 muertos se concentraron desde por la mañana ante la prisión de Guayaquil y la morgue de la ciudad para pedir los restos de los reclusos que murieron en la secuencia de enfrentamientos, los peores en la historia penitenciaria del país.

A las puertas del centro penitenciario y la morgue de la ciudad portuaria donde tuvo lugar la principal masacre, 37 muertos en dos dependencias, estaban aglomeradas más de cien personas desde la mañana para obtener información acerca de los suyos.

Los sucesos del martes en tres centros penitenciarios han conmocionado al país que, aunque conocía de motines en el pasado, nunca imaginó un baño de sangre de ese alcance.

Los enfrentamientos se sucedieron uno tras otro en dos dependencias de un centro de Guayaquil, el de Turi en Cuenca, y el de Cotopaxi en Latacunga, sin que los carceleros pudieran hacer nada para impedirlo.

'No entendemos a qué niveles puede llegar el comportamiento humano', decía en declaraciones a la prensa el alcalde de Latacunga, Byron Cárdenas, quien reflexionaba que si dentro de las prisiones los presos tienen semejante nivel organizativo y armas, no se imagina lo que habrá fuera de esos muros.

Los enfrentamientos del martes fueron coordinados al mismo tiempo en cuatro focos distintos, organizados, según creen las autoridades, por dos bandas que, aparentemente, se disputan el control de las prisiones y del mercado delictivo.

'La una son los Choneros, brazo armado del Cartel de Sinaloa, y el otro son los Lagartos, que estarían operando con el Cartel Jalisco Nueva Generación', explicó Arturo Torres, investigador criminológico.

'Es una disputa del mercado delictivo y del narcotráfico que excede las fronteras del país', agregó sobre los principales grupos, aunque, dijo, hay otras bandas menores. En 2020, la Policía ecuatoriana capturó 130 toneladas de cocaína, una cifra récord en el país, que solía incautarse de promedio de unas 90 anuales.